Obama sostiene en brazos a un bebé durante su visita al Hospital General. / REUTERS
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Obama llama a África a sacudirse el victimismo

El presidente de EE UU afirma en Ghana que «el desarrollo depende del buen gobierno» y anima con un «sí, podéis»

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Sin sentimentalismos ni paternalismos, Barack Obama, el primer presidente negro de Estados Unidos, se dirigió ayer al continente de sus antepasados para hablarles de igual a igual. Para alabar sus progresos y reprender todas las miserias que aún impiden el desarrollo de África, como la guerra, la corrupción o la tiranía. Para sacudir el victimismo y decirles «yes, you can», sí, podéis, la solución para África debe salir de África.

Obama habló para todos los africanos desde el Parlamento en Accra, la capital de Ghana, el primer país del continente que visita desde que es presidente. La elección de este pequeño país del golfo de Guinea no es fortuita. Ghana es, en palabras del mandatario, «un modelo de éxito para el continente», un país estable con una democracia consolidada que celebra elecciones libres y que ha sabido canalizar su progreso económico.

Y ése ha sido, precisamente, el mensaje que más claro ha querido dejar el presidente en su primer viaje al continente negro. «El desarrollo depende del buen gobierno. Ése es el ingrediente que ha faltado en demasiados sitios y durante demasiado tiempo», sentenció Obama ante una receptiva audiencia.

El mandatario recordó desde Ghana que «este es un momento muy prometedor», que debe ser aprovechado por los países africanos para coger carrerilla. La semana pasada, en una entrevista con el portal AllAfrica.com, Obama recordaba que «durante muchos años hemos excusado la corrupción o el mal gobierno haciendo hincapié en que, de alguna forma, era la consecuencia del neocolonialismo, o que Occidente había sido opresor o racista».

Ayer, el inquilino de la Casa Blanca que dijo «llevar dentro la sangre de África» no dejó lugar a la autocompasión. Occidente ha podido ver en África a menudo una fuente de recursos más que un socio, dijo Obama. «Pero Occidente no es responsable de la destrucción de la economía de Zimbabue en la última década, o de las guerras en las que los niños son alistados como soldados», sentenció.

Obama llegó a Ghana después de visitar a Rusia e Italia, donde se reunió con los líderes del G-8. Allí, los mandatarios de las naciones más ricas del planeta acordaron crear un fondo de 15.000 millones de euros para aliviar la situación de hambruna que la actual crisis económica pueda traer a los países más pobres. Pero la ayuda, recordó el presidente, debe estar ligada al buen gobierno.

Explotadores y corruptos

«Ningún país va a crear riqueza si sus líderes explotan la economía para enriquecerse o la Policía puede ser comprada por los narcotraficantes», señaló, y aunque no nombró a ningún país en concreto, sobraban los ejemplos. «Ninguna empresa va a querer invertir en un lugar donde el Gobierno se lleva el 20% del total, o la Autoridad Portuaria es corrupta».

Las guerras que aún asolan el continente también fueron recordadas, así como los «retos para la seguridad global», como la piratería en Somalia o el genocidio de Darfur.

Obama, cuyo padre, ya fallecido, emigró de Kenia a EE UU, recordó parte de su pasado familiar. «Mi abuelo fue cocinero para los británicos en Kenia, y aunque era un anciano respetado en su pueblo, sus jefes le llamaron 'chico' durante gran parte de su vida», relató.

El presidente, que viajaba con su mujer, Michelle, y sus hijas, Malia y Sacha, fue recibido como una bendición por los ghaneses, que le ovacionaron por todos los lugares que visitó. Más de 10.000 agentes velaron por la seguridad de la visita, la tercera consecutiva que realiza un mandatario estadounidense al país. En las portadas de los periódicos se loaba al primer presidente negro y se recordaban sus orígenes. Con un «Bienvenido a casa, Obama», le recibía uno de los diarios más leídos de la capital, el Daily Graphic.

Antes de ofrecer el esperado discurso desde el Parlamento en Accra, Barack Obama se reunió con su homólogo ghanés, John Atta Mills, en el palacio presidencial de Christianborg. El dignatario visitó durante la mañana un hospital de la capital que combate la malaria y que ha recibido fondos estadounidenses, y por la tarde viajó hasta el castillo de Cape Coast, uno de los lugares desde donde se embarcaba a esclavos que eran transportados a América.