Arcoiris de culturas
El Pasacalles del 27 Festival de Folklore abre tres días de danza, música y color: una cita que se han convertido en un referente del verano en la ciudad
| CÁDIZ Actualizado: GuardarLa ciudad se abre al color, a las plumas y al sonido de tambores y vihuelas. La fiesta ha comenzado. Otro año más, se dan cita en las calles de la capital mariachis y piconeras, gaiteros y cantaores flamencos, para demostrar que la cultura no tiene fronteras.
Ayer a las doce de la mañana se dio el pistoletazo de salida al 27 Festival de Folklore Ciudad de Cádiz con el acto Ven a bailar con nosotros, donde gaditanos y foráneos tuvieron la oportunidad de disfrutrar de un primer contacto con los grupos que van a intervenir en el festival. Por la tarde, se llevó a cabo un desfile de presentación de todos los grupos participantes, que, ataviados con los trajes típicos de cada región, danzaban a ritmo de ranchera y rumba, para disfrute de los presentes. La comitiva comenzó en la Plaza San Juan de Dios, para acabar en la Plaza del Gran Teatro Falla, donde a las 22.00 horas se llevaría a cabo una representación conjunta de todos los grupos.
En un ambiente festivo y espectacular por su colorido y desparpajo, los casi quinientos participantes del desfile, charlaban entre ellos y se fotografiaban con los curiosos que se habían acercado hasta la plaza, quienes incluso se atrevían a dar los primeros pasos de cumbia al son de los acordes de la compañía de danza Yacambú de Venezuela o se afanaban en seguir el ritmo de los tambores africanos del grupo Towara Cotonou de la República de Benín.
Mientras tanto, los componentes del Ballet de la Universidad de Colima, de la República de México, bailaban en parejas Elzigualteco, una de las canciones más representativas del folklore mexicano y los componentes del grupo Gergebil, procedentes de la República de Daghestán, se movían al ritmo del zurnás, una variedad de oboe, ataviadas sus componentes con amplios vestidos plateados y largas trenzas negras que aleteaban alrededor de sus cabezas, envueltas en un velo blanco. Todos ellos seguidos del grupo Brestchanka, procedentes de la República de Bielorrusia, cuyos integrantes iban desfilando, cogidos de la mano, las chicas con un tocado de flores y los chicos de impactantes ojos azules, sonreían al público con una actitud de complicidad y confraternidad.
Sorpresa y curiosidad
Las reacciones que los grupos han suscitado entre el público asistente, han sido muy dispares: algunos ya sabían de la espectacularidad del festival y aguardaban, un año más, el comienzo del pasacalles. «Lo esperamos todos los años. Sobre todo por los niños, que disfrutan viendo a gente tan dispar. Los que van vestidos con plumas son los que más les impactan» asegura este gaditano que, rodeado de niños, se afana enfotografiar a los componentes del grupo procedente de la Isla de Pascua, en la lejana Polinesia, quienes van ataviados con plumas multicolores y los cuerpos adornados con una pintura con extractos de tierra volcánica. Al mismo tiempo, un matrimonio madrileño que han venido a pasar las vacaciones a Cádiz, preguntan a los oriundos el motivo de un desfile tan dispar, con el que se han encontrado inesperadamente paseando por las calles de la ciudad.
La diversidad es la clave
Esta amalgama de culturas, rituales y tradición, cuyo nexo de unión es la música y la danza, es la clave del éxito de este Festival. Hasta el próximo domingo, las actividades programadas por la organización del Festival se concentrarán en acercar otras costumbres a los ciudadanos, a la vez que se prodigan las propias, con el objetivo de potenciar la diversidad y la multiculturalidad, que hacen de Cádiz un referente.