Obama saluda cordialmente a Zapatero antes de la cena ofrecida a los líderes participantes en la cumbre. / AFP
MUNDO

Los grandes suspenden en clima

Discrepancias en los plazos del recorte de emisiones nocivas impiden un acuerdo mientras Obama dice que EE UU asumirá su responsabilidad

| ENVIADO ESPECIAL. L'AQUILA Actualizado: Guardar
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La cumbre del G-8 ha vuelto a revelarse un lugar fantástico para las fotos de los líderes, ideal para la imagen del anfitrión, Silvio Berlusconi -necesitado de ella-, pero bastante limitado para tomar decisiones. El G-8, más el G-5 de países emergentes con Egipto invitado -el llamado G-14-, y en total los 17 del MEF (Major Economies Forum), los anteriores más otros tres estados, fueron incapaces de llegar a un acuerdo concreto sobre el clima. Reafirmaron las decisiones del día anterior de los ocho grandes para combatir la crisis económica y cerrar las conversaciones de Doha de comercio mundial en 2010, pero sobre el clima lo máximo que salió fue el consenso en que el mundo no debe tolerar un aumento de más de dos grados de la temperatura media de la tierra precedente a la revolución industrial.

Es un mínimo avance porque significa un reconocimiento de la opinión científica que sitúa en ese límite el nivel de alarma. Sin embargo, declarar que la temperatura no debe subir dos grados es como proclamar que la guerra es mala. Si sucede será una catástrofe, según los científicos, pero la clave es qué harán los países para evitarlo. La medida esencial es reducir las emisiones de humos y gases que causan en la atmósfera una pantalla, el efecto invernadero que recalienta el planeta, pero ayer no se pusieron de acuerdo en cómo hacerlo.

El miércoles los países del G-8 (EE UU, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Japón, Canadá y Rusia) pactaron el documento que iban a presentar hoy al resto de nuevas potencias. Proponía que en 2050 todos los países reduzcan sus emisiones en un 50% y los industrializados, un 80%. Sin embargo, hoy tocaba pelear con economías que están creciendo a base de contaminar con sus fábricas, como en su día hicieron los que ahora son ricos, y que acusan a éstos de ser los principales causantes de la situación actual y encima querer frenar su desarrollo. Y han dicho que no.

Son el G-5 de países emergentes (China, India, México, Sudáfrica y Brasil), más Egipto, y el resto de naciones con los que ambos organismos completan el MEF (Australia, Corea del Sur e Indonesia). Además está Dinamarca, pues en diciembre se celebra en Copenhague la próxima cumbre de la ONU sobre el clima que debe diseñar la nueva estrategia global en esta materia y relevar al Protocolo de Kioto. Precisamente a este foro, donde se terminará el tiempo para marear la perdiz, se aplazó el acuerdo. Los 17 países del MEF, que emiten más del 80% de los gases nocivos, han escrito que harán «todos los esfuerzos» para alcanzarlo.

Negativa de China

China ya había adelantado su negativa y Egipto explicó ayer que no se pueden imponer obligaciones a los países emergentes, pues también tienen sus «aspiraciones». Para Brasil la reducción del 80% que dicen asumir los países ricos en 2050 «no es creíble» sin un objetivo intermedio en 2020. Lo que proponen los países en desarrollo es que los industrializados hagan primero los deberes antes de exigir cuentas a los demás, pues ni siquiera cumplen ahora el Protocolo de Kioto y son los países pobres quienes más sufren las consecuencias del cambio climático.

En este punto coinciden con las críticas de las organizaciones ecologistas, como WWF y Oxfam, para quienes no habrá ninguna solución al problema si no se fijan metas a medio plazo, recortes del 25% al 40% en 2020. También fue muy crítico el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, que juzgó el acuerdo del G-8 sobre el clima como un «avance insuficiente», pues tomar medidas eficaces a corto plazo es «un imperativo moral y político, una responsabilidad histórica para el futuro de la humanidad».

El presidente de EE UU, Barack Obama, que saludó a José Luis Rodríguez Zapatero a su llegada a la cumbre, ejerció su talento para el optimismo en la rueda de prensa final de la jornada, y sólo por el cambio que representa respecto a su predecesor suscitó esperanzas. En su opinión, el consenso de mínimos es «histórico». Dijo que hay tiempo para llegar a un acuerdo, admitió que los grandes países industrializados «deben dar ejemplo» y que EE UU asumirá su responsabilidad, cosa que no siempre ha hecho en el pasado, añadió. También, que se debe ayudar a los países en desarrollo para que se adapten a las nuevas exigencias ambientales. «Impulsemos una economía más limpia, creemos miles de puestos de trabajo en una economía sostenible», propuso.

No obstante, y a la espera de pactos concretos, la meta de los dos grados y la fecha de 2050 dejan en al cumbre la impresión familiar de las grandes palabras huecas. En su día se acordó asimismo reducir el hambre a la mitad en 2015 y se ha duplicado, o se decidió destinar un 0,7% del PIB a ayuda al desarrollo y casi nadie lo hace, e incluso hay encomiables declaraciones para la salvación de las ballenas, y así les va. Al menos el MEF firmó un compromiso global para potenciar tecnologías limpias y doblar las inversiones en este campo en 2015. Están hablando, por ejemplo, de energía solar, eficiencia energética, el uso del carbón o los vehículos de última generación.