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San Juan de Dios: Zona Cero

Dos edificios abandonados han sido saqueados e incendiados, y los escombros y las ratas se amontonan en el exterior ante la dejadez municipal

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Hay ciertas imágenes que inevitablemente se relacionan con sólo una parte del mundo. Aquellas zonas más deprimidas se identifican con una estética de la que parece estar a salvo el resto, y nadie podría siquiera sospechar que en ciudades desarrolladas y pacíficas uno se tope con estampas propias de otra época o de otra coyuntura social y económica. El caso es que estas fotos fijas existen, y no hay que irse muy lejos para descubrir en Jerez un claro ejemplo de ello.

En San Juan de Dios hay dos bloques abandonados, que aglutinan 120 viviendas, y que se han convertido junto con todo su entorno en pasto de incendios, saqueos, actos vandálicos, ratas y un sinfín de actividades ilícitas propias de un lugar que ha sido totalmente abandonado por las autoridades. Del edificio en sí durante los últimos cuatro meses se han llevado persianas, mobiliario, ladrillos y hasta tubería soterrada, de tal forma que sólo ha quedado una estructura que a duras penas se sostiene.

En el exterior, se amontonan todo tipo de enseres y aquello se ha convertido en un peligroso foco de infección donde juegan los niños del barrio, aunque eso sí, durante la noche los padres se ocupan de que no pongan un pie en la zona, ante el riesgo de convertirse en víctimas de cualquier tropelía. Los vecinos no ocultan su preocupación e indignación por la dejadez que padecen en todos los sentidos, pues cabe recordar que la reconstrucción de la barriada fue una promesa adquirida por la alcaldesa de Jerez, Pilar Sánchez, en el pasado 2007, garantizando que en tres años estarían finalizadas las obras.

Dos años después del compromiso, el presidente de la asociación vecinal, Ángel Loreto, lamenta que no sólo no hayan empezado las ejecuciones sino que no parece que haya ningún interés por solucionar el problema. Como se recordará, el proyecto inicial fue gestado durante el gobierno de Pedro Pacheco e incluía varias fases de unas obras que no culminarían hasta 2017, pues se irían derribando los edificios y construyendo otros nuevos de forma paulatina. La idea que presentó con posterioridad el ejecutivo actual, sin embargo, acortaba con mucho los plazos pues planteaba los trabajos de forma simultánea, por lo que mientras tendrían que ser realojados los inquilinos.

Promesas en saco roto

De una u otra forma, la cuestión es que el Ayuntamiento alega que todo se ha paralizado por los problemas económicos de unas pocas familias, que hasta hace unos meses continuaban sin abandonar los edificios que ahora están desocupados. A pesar de que por fin estas familias se fueron de las viviendas, las obras siguen sin ejecutarse y la circunstancia se ha agravado más si cabe, por el estado actual de los inmuebles.

«Estamos muy preocupados –reconoció ayer Loreto–, porque aquí hay muchos problemas de higiene y los edificios aún tienen luz, con el peligro que eso conlleva. Llevan dos años y medio de retraso en las obras, y lo que queremos es que no nos engañen más, pues continuamente nos dan plazos nuevos que no se cumplen. Si no van a derribarlos, por lo menos que limpien todo esto y nos garanticen alguna medida de seguridad, como instalar una valla».

La inquietud es tal que los vecinos, que aseguran que «no se puede vivir así», comenzarán a movilizarse la semana próxima si no obtienen una respuesta municipal inmediata. Como criticó Loreto, la alcaldesa nunca ha visitado la barriada, por lo que instó a la edil a que se pasara por allí para comprobar in situ la gravedad de la situación. El presidente de la federación de asociaciones de vecinos Solidaridad, Sebastián Peña, se trasladó ayer a San Juan deDios para expresar su apoyo a los residentes.

El representante vecinal, que se mostró impresionado declarando que «esto es como si hubiese habido un bombardeo», aseguró que la federación se pondrá manos a la obra para que se propongan soluciones lo antes posible y ninguna barriada tenga que volver a padecer las consecuencias de la desidia de las autoridades.