Garoña
Actualizado: GuardarRecuerdan el cuento de Aladino? Tal vez no recuerden a los cuarenta ladrones, pero sí, seguro, aquella fórmula mágica que abría la puerta del tesoro. Tú conoces la fórmula y el tesoro es tuyo. Tengo la impresión de que, en nuestros tiempos, la sagrada frase, esa capaz de abrir cualquier puerta a quien la pronuncia, del bando e intención que sea, es «salvar puestos de trabajo». Para tal fin, todos parecemos de acuerdo. A mí me recuerda a los Estados europeos cuando 'regalaron' a las mujeres un puesto de trabajo en las fábricas de armas, ya que los obreros estaban en la guerra que, indudablemente, nada tenía que ver con ellos. Para salvar esos preciados puestos de trabajo se hizo la vista gorda con los especuladores del suelo: una vez arruinadas las costas, los montes, incluso aquellos lugares escasos declarados parques nacionales, se les acabó el negocio. Resultado: los especuladores con el riñón forrado, el país arruinado para varias generaciones y los puestos de trabajo fulminados. De los bancos ya ni hablamos. Hay que mantener Garoña, son puestos de trabajo, por más que los residuos, ya no hablo de los peligros inminentes, envenenen la tierra y los mares, no sólo para nuestros hijos, sino para los nietos de nuestros bisnietos. El Valle del Nalón era un paraíso plagado de balnearios; el carbón lo ha convertido en un estercolero. Los Felgueroso y otros apellidos se forraron; a nosotros nos quedó la ruina y la enfermedad crónica. La Ría de Bilbao soportó tanta mierda que ha costado Dios y varios presupuestos medio salvarla; los que se enriquecieron vertiendo porquería continúan jugando al golf. Todos ellos muertos de la risa. A los obreros les preocupa el pan de hoy, la letra de hoy; por eso salen a calle para defender cualquier puesto de trabajo. Quienes se van a forrar con su protesta se mantienen a la expectativa: la fórmula para abrir la puerta del tesoro la dan los ladronzuelos con Aladino a la cabeza. Luego, llegarán ellos y se llevarán el botín.