«Lo que le hicieron a mi niña es lo peor que puede sucederte en la vida»
La madre de Tamara Leyton, asesinada en El Marquesado, trata de mirar hacia adelante un año después del brutal crimen
| PUERTO REAL Actualizado: GuardarFrancisca Agüero, madre de Tamara Leyton, todavía recuerda como si fuera ayer el día que tuvo lugar el trágico suceso que acabó con la vida de su «niña Tamara», una chica de 19 años de El Marquesado, a la que arrebataron la vida el 5 de julio del año pasado. En su propia casa tuvo lugar un violento tiroteo por parte de una banda armada que se encuentra detenida y que acabó con la vida de Tamara cuando ésta acudió a la entrada de la vivienda alertada por el ruido que produjeron los delincuentes. Su madre sólo intenta mirar hacia adelante con la ayuda de los suyos y esperar a que la justicia siga su propio curso y se condene a los detenidos. El pasado día 30 de junio se celebraba una misa en recuerdo por el primer aniversario de la muerte de Tamara, al que asistió todo el pueblo para apoyar a la familia y el parroco de la zona, que quiso estar presente en estos momentos de dolor para la familia.
«Lo que le han hecho a mi niña Tamara es lo peor que le puede suceder a una madre», manifestaba Francisca. «No se trata de un accidente o una enfermedad por las que no queda más remedio que resignarte, a mi niña la han matado y todavía nos preguntamos por qué», añadía. Para Francisca el horror vivido en esos días es algo insuperable que le quedará para siempre marcado en el resto de sus días.
Tamara Leyton era una joven puertorrealeña de 19 años, la sexta de ocho hermanos, que acababa de dar a luz hacía tres meses a una niña llamada Naiara. «La niña tenía sólo tres meses cuando su madre se marchó», contaba conmocionada Francisca. «Sólo por ella me quedan ganas de seguir aquí y de no dejarla», añadió. Una pequeña que según todos comentan es parecida a su madre, pero que cuenta también con los ojos azules de su abuela, con quien pasa sus días. Es ella y sus abuelos paternos quienes se encargan de su cuidado y atenciones. Una niña que ha traído la alegría a una casa que se encontraba rota por el dolor pero que encuentra en ella las suficientes fuerzas para continuar sus días. «Es la niña la que me da la fuerza necesaria cuando más la necesito», explicó Francisca. «Si no fuera por ella nada de esto tendría sentido», concluyó.
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