vuelta de hoja

Los ex, grandes críticos

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Aliviados de la tremenda carga del poder, tanto Felipe González como José María Aznar están cargando contra quien ahora la soporta.

Se han convertido en unos críticos no sólo implacables, sino acechantes. Saltan sobre su presa en el momento más esperado, o sea, cuando peor se le ponen las cosas al que manda. Se diría que lo que más desean es mandarlo lejos de la Moncloa, a hacer puñetas en vez de hacer presupuestos. El ex presidente González critica la decisión sobre Garoña y ridiculiza el compromiso del programa socialista. «Si el Consejo de Seguridad Nuclear tiene vida útil para 10 años, yo prorrogo 10 años», ha dicho. Por su parte, el ex presidente Aznar proclama que el actual Gobierno es «injusto y antisocial» y le da el dinero de las familias a los banqueros incompetentes.

Nadie puede negar que la decisión de cerrar la central nuclear de Garoña no ha estado precedida por un debate serio sobre la energía en España. Tampoco creo que haya muchos compatriotas que estén de acuerdo con el reparto del poco dinero que queda en las arcas que aún no se han perdido. ¿Por qué se lo van a encontrar algunas desastradas entidades y no los arruinados ciudadanos? Quiero decir que siempre hay motivos para la crítica, aunque personalmente jamás he sido capaz de distinguir la crítica constructiva de la negativa. Los críticos, sin cuya función no existiría la sociedad liberal, han sido definidos como ciegos que discuten los colores del arco iris. También con señores que conocen el camino, pero no saben conducir de noche. No siempre es cierto, ya que ha habido grandes críticos que eran, a la vez, excelsos creadores. Lo que ocurre es que todos tenemos derecho a la crítica, no sólo los ex. Valle Inclán dijo que para saber si un huevo está podrido no hace falta ser una gallina.