¿Hasta cuándo?
Actualizado:Ésa es la pregunta que nos hacemos los ciudadanos de a pie del triste e inhumano problema de las pateras. ¿Hasta cuándo? Llevamos demasiado tiempo soportando y contemplando escenas horripilantes de pobres desgraciados inmigrantes que se dejan sus vidas en nuestras costas y playas. El dantesco espectáculo, indigno de un país europeo civilizado y moderno, parece no tener nunca fin.
¿Qué importa una vida humana? ¡Nada! Máxime si esa vida no tiene nuestro color y nuestra religión. ¿Le importa a España? ¿A Europa? ¿A las Naciones Unidas? ¿A quién entonces le importa? El silencio general se hace cómplice de estas desgracias que padecen ciudadanos de países desarrollados anclados en la miseria en el siglo XXI. Ciudadanos de un continente rico en materia prima que el hombre blanco explota sin escrúpulos ni conciencia. Ésa es la verdadera raíz del problema.
El cabo de Trafalgar, testigo trágico de un desgraciado episodio de nuestra historia, sigue cobrándose sus víctimas sin descansar e impasible como un castigo bíblico que se cierne sobre nuestras cabezas. ¿Qué hemos hecho para tanto? Lo que siempre hicimos y hacemos hoy: agachar la cabeza y recoger muertos. Y Marruecos, ¿qué hace? El avestruz. Recibir dinero de Europa y abandonar a sus súbditos.
El lamentable y sucio negocio que se esconde tras estas víctimas inocentes clama a Dios y a Alá, que no deben llevarse muy bien con Neptuno y desprotegen a sus hijos necesitados para que el dios del mar los devore. Mientras tanto, que si galgos o podencos, la juventud marroquí y subsahariana, por huir de la miseray la esclavitud, aparece muerta en playas europeas sin que nadie diga Basta ya. Vergonzoso.