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El cierre al tráfico rodado de algunos viarios ha provocado el colapso del entorno. /J. M. A.
Chiclana

Al centro, a pie

La segunda fase de la peatonalización del casco urbano colapsa las vías adyacentes en los primeros días

J. M. A.
| CHICLANAActualizado:

Cientos de coches en la Alameda con intenciones de acceder al centro forman una cola desesperante para los conductores que veranean en la ciudad. La confusión de algún repartidor le ocasiona un disgusto con la Policía Local (y en los próximos días le conllevará una multa económica). Y el desigual adoquinado de las calles no resulta cómodo ni estético. Estos tres son algunos de los problemas que, en los apenas cuatro días que lleva en marcha, ya presenta la eliminación de vehículos por la zona centro de Chiclana.

Desde el pasado miércoles, la calle La Plaza, Arroyuelo y Nuestra Señora de Los Remedios son peatonales por completo, como ya lo eran otras calles como Constitución, Vega o Corredera.

Entre los aspectos positivos de la medida está la tranquilidad con la que los peatones pueden moverse por estos viarios, la mejor accesibilidad a los comercios del entorno, y la estética de Centro Comercial Abierto como tal que el Consistorio lleva años tratando de impulsar.

Sin embargo, en el apartado de inconvenientes, la lista es también muy larga. El caos en el perímetro anexo a las calles peatonalizadas es mayor que nunca, incluso muchos conductores se muestran partidarios ya de que la Alameda del Río o la calle Caraza (que absorben más tráfico que antes), se limiten también al paso de vehículos.

Además, y pese a que la presencia de agentes es constante, todavía son numerosos los conductores que hacen caso omiso a las señales que alertan del corte de calles, lo que da cierta sensación de impunidad, que según Tráfico acabará en los próximos días «cuando los ciudadanos se conciencien».

Aparcamiento

Otro de los «detalles a pulir» son el excesivo tamaño de los autobuses que atraviesan calles llenas de peatones, así como la colocación de parterres y maceteros en viarios como Arroyuelo, que más que mejorar su estética cumplen una función disuasoria del aparcamiento irregular.

Si a todo ello se le suma el poco agrado que para los conductores supone tener que pagar por aparcar (la zona azul se ha ampliado y hay cuatro parkings subterráneos en el entorno del centro), el balance de los primeros días de esta segunda fase de la peatonalización del centro es neutro.

Sin embargo, y como aseguran fuentes municipales, la prueba que se realiza para conocer el impacto de cerrar al tráfico el centro en plena temporada alta «no tiene vuelta atrás».