ANÁLISIS

Pasión y frenesí

| EFE. BURGOS Actualizado: Guardar
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D uelo en la cumbre de los dos rejoneadores del momento. Se ha notado la rivalidad entre Hermoso y Ventura, aunque el tendido no ha tenido un favorito. Por encima de todo los dos estilos, el clásico y enfibrado del navarro, y el espectacular y heterodoxo del luso-español, han estado muy apoyados. La gente ha respondido con una apreciable entrada, que todavía pudo ser mayor si se elige mejor la fecha, por ejemplo, en el prólogo del ciclo. De Hermoso destacó en su primero un elegante y contundente tercio de banderillas montando a Chenel, y las cortas y adornos con Pirata, que puso la plaza en pie.

El quinto colaboró menos por manso, obligándose mucho Hermoso sobre todo en banderillas, donde contó con la colaboración de Cavíar y Pirata, monturas que empiezan a contar mucho en la cotizada cuadra del navarro. El fallo en la suerte suprema le privó de un nuevo trofeo.

Ventura eligió desde el principio el camino de la espectacularidad, con la intervención especial de Morante que llegó a morder al toro en el morrillo. Y en esa línea de efectos especiales abundó también con Califa para dejar banderillas cortas y rosas antes de agarrar el rejón final.

En el sexto la misma pasión por parte del jinete y el frenesí del tendido. El punto culminante, un par al quiebro montando a Ginés. Y con Califa nuevamente, el rejonazo de cierre. Si no llega a ser el último toro de la tarde y de la feria, el presidente no hubiera aguantado el chaparrón por la desorbitada petición que hubo de rabo, que al final no le concedió. Bohórquez cargó con el peor lote, y como tampoco su estilo de pureza y clasicismo no parece muy apropiado para estos ambientes, su labor pasó más desapercibida. Pero lo peor fue el contratiempo que sufrió con su jaca Rubia, herida por el cuarto toro en la nalga derecha, con un puntazo de seis centímetros, del que fue conveniente asistida por los veterinarios.