Rebajas
Actualizado: GuardarLas rebajas son esa ansiada época del año en la que constatamos con gran pesar que hay algo que no funciona si una cosa nos dicen que vale cinco y al final la compramos por tres. No salen las cuentas. Contamos lo que ahorramos en cada compra y conservamos en la memoria cuánto costaba a principio de temporada, como si le hubiésemos ganado la batalla al calendario. Ahí te cogí, le decimos.
Hay una memoria colectiva -no la histórica- que se guarda protegida de especulaciones y alejada de todo tipo de malversaciones. Es lo que hay, no hay más. Sin posibilidad de otra interpretación. Una memoria que se mantiene en el tiempo y el espacio ajena al paso de los años y dispuesta siempre a recordarnos que uno es más esclavo de sus palabras que de sus silencios.
Por eso me gustan tanto -y a usted también- las hemerotecas, porque siempre acaban poniendo de manifiesto que del dicho al hecho siempre hay un trecho más grande del que nos cabía en la imaginación. Hace apenas un año -tan lejos, y tan cercano-, el 9 de julio, se hacía público el cartel del macroconcierto que la Asociación de la Prensa de Cádiz iba a organizar con motivo del Día Internacional de la Libertad en los primeros días de mayo de este año.
Hace apenas doce meses, el 9 de julio, se aseguraba que el gran concierto iba a celebrarse en el muelle ciudad de Cádiz el sábado 2 de mayo, con las actuaciones -ya confirmadas- de Alejandro Sanz, Julieta Venegas, Enrique Bunbury, Kiko Veneno, Martirio y Chano Domínguez, Ana Belén y Javier Ruibal y con la expectativa de convertirse en la gran apuesta del Consorcio para la Conmemoración del Bicentenario de la Constitución de 1812, que es como realmente se llama ese ente al que conocemos -o no- simplemente como El Consorcio -no confundir con el último coletazo de Mocedades-.
Luego llegaron las rebajas de enero, aquellas tan esperadas porque la crisis se nos había colado ya por la puerta y no había manera de echarla, y el día 21 el cartel del macroconcierto había menguado tanto como si le hubiesen aplicado el 70% de El Corte Inglés.
En enero de este año, el concierto seguía siendo el del siglo -textualmente- pero ya no se celebraría en el muelle ciudad de Cádiz, sino en el pesquero, ni los artistas confirmados tenían intenciones de venir. Actuarían, eso decían, Joaquín Sabina, Andrés Calamaro y Enrique Bunbury -este resistía pertinazmente desde el principio- y los 20 euros que costaría la entrada se destinarían a Reporteros sin Fronteras.
De 'macro' a 'mini'
Unos meses más tarde -ya lo saben- cuando finalmente se celebró el concierto en la plaza de San Antonio, como si de un 'remate final' se tratara, las actuaciones de Javier Ruibal, Jarabe de Palo, Orishas y La Mala Rodríguez, dejaron constancia de que, una vez más, una cosa son las rebajas y otra son los saldos.
Cuestión de hemerotecas y de rebajas. Como lo es, o lo fue, el proyecto del Castillo de San Sebastián. Un repaso por la prensa de los últimos meses es más que suficiente para constatar que en el mundo de la política las rebajas no sólo se hacen dos veces al año. En febrero de 2008, el entonces Presidente del Consorcio -llamémosle así- anunciaba la ubicación del Memorial de las Libertades y la oficina gaditana de la Casa de América en el castillo de San Sebastián, un castillo que había empezado a cobrar interés en nuestra vida cotidiana a partir de 1999 y que según la alcaldía de esta ciudad era «la joya de la corona» y el «Guggenheim gaditano», modestia aparte, se dice.
En esos días se hablaba ya de dos edificios emblemáticos, de un espacio público con jardines y veredas, y de un auditorio para lo que se convocaría un concurso internacional «a ser posible en este trimestre», decían. Antonio de María -antes de tener las visiones de la Torre de Pisa en Puertatierra- proponía que se instalaran restaurantes, tiendas, bares y alguna cosa más digna de mención como el submarino «con el suelo de cristal para ver el fondo marino de La Caleta». A finales del mes de febrero se empezó a hablar del embarcadero y de los espectáculos «muy, muy buenos» -María Luisa García Juárez dixit- que iban a organizar con «la lluvia de dinero para ya mismo» que estaban esperando -creo que la siguen esperando.
Luego vendrían el misterio del paradero incierto del proyecto municipal de rehabilitación del castillo y los conciertos de julio y agosto para los que se barajaba la posibilidad de un acceso en tren -no sería en AVE, que ahí si que nos han aplicado una rebaja estupenda-.
En junio de 2008, el proyecto estaba en marcha. «El castillo de San Sebastián estará ya obras en otoño» decían los titulares cuando ya se sabía que se instalarían varios pabellones desmontables para eventos -internacionales, nacionales y de Cádiz, explicitaban para no dar lugar a confusión- otro parque con una «lámina de agua» y el elemento estrella del proyecto, a saber, un auditorio con capacidad para 600 personas que iría en el interior del montículo que se utilizaba para el polvorín, y sobre el que se proyectaría la luz del faro retranqueado. La octava maravilla del mundo, vamos.
Auditorio invisible
Un poco más tarde, en octubre, el defenestrado presidente del Consorcio empezaba con los descuentos diciendo que «el proyecto de rehabilitación del castillo es extremadamente complejo» y en noviembre, la vicepresidenta del Gobierno preside el inicio de unas obras de lo que «muy pronto será fortaleza de apertura y de ilusión». Sólo había que esperar a las rebajas.
Finalmente, el auditorio cubierto del castillo de San Sebastián no se hará por problemas técnicos que han hecho imposible habilitar el antiguo polvorín, los muros de carga impiden habilitar un espacio diáfano y las 600 localidades del auditorio se han quedado en menos de la mitad. No se podrá retranquear el faro ni tampoco se podrá hacer el paseo perimetral porque la falta de seguridad y las condiciones climatológicas impedirían usarlo la mayor parte del tiempo. Ya no se ubicarán allí ni la Casa de América ni el Observatorio de la Calidad de la Democracia, las obras serán complicadas, el borde del acceso al castillo tendrá que desmontarse, sólo podrán pasar camiones de poca capacidad.
Sí, las rebajas no han hecho más que empezar. Veremos a ver cómo acaban.