Cartas

A la izquierda chiclana

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Sería una gran mentira, y un error, pensar que los actores de la política chiclanera son sólo aquellos que permanecen inmóviles en el escenario, los butrones, guerreros, romanes, y un largo etcétera de caras conocidas o no, que procuran no salirse del foco. Llega el momento de que empecemos a hablar de la obra completa, de tramoyistas, técnicos y, sobre todo, de directores de escena.

En la política chiclanera, como en todos los lugares de este país y del mundo, existe un buen número de personas que crean opinión, que cambian el rumbo de las cosas, pasando, en mayor o menor grado, desapercibidos. Detrás de los discursos, en ocasiones muy bien elaborados, de los portavoces de partidos minoritarios existen asesores, agitadores sociales que prefieren operar detrás del telón y no quemarse en la vorágine política, pero que sí utilizan a estos personajes políticos como peones, a lo sumo alfiles. Existe mucho de esto en la izquierda chiclanera, fuera de las asambleas y de los consejos locales. Llega gente joven, entre las que me incluyo, con ganas de partirse la cara en la vanguardia, entendiendo que las cosas siempre pueden cambiar si todos queremos que cambien. Y al final, decepciones, soledades, cobardías y discursos con dobles intenciones. Después de tantos años luchando contra un gobierno socialista, acomodado en el poder, se les ha olvidado a muchos que el fin no siempre justifica los medios. Se les ha olvidado que no se puede construir destruyendo, y que es un grave error desechar y quemar por el camino a la gente joven que llega con las ideas claras y la mente limpia para empezar a construir proyectos de futuro diferentes, que, al menos, conformen una opción válida.

La realidad es que la lucha para desbancar al PSOE del poder la ganaron, la ganásteis, y la realidad también es que no existía una alternativa válida que consiguiera reconducir la situación. La realidad es que, enfrascados en la operación de cambiar de gobierno se les olvidó a muchos que la alternativa debía ser una opción de futuro válida. La situación ya no es la misma, ya los ciudadanos han comprobado que las alternativas planteadas fracasaron y cayeron, de inmediato, en las malas artes que brinda la erótica del poder. Ahora la realidad, por triste que parezca, es que tenemos, en general, una clase política ya manida, que empieza a oler a rancio. Que es el momento de empezar con proyectos nuevos. Que tenemos que reinventar la izquierda en esta ciudad.