vuelta de hoja

La gran temporada

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El mercado laboral se ha dado un respiro, o sea un alivio, pero esa acción de absorber y de expeler el aire modificado, se parece mucho al estertor de la agonía. Emite un ruido anheloso y silbante que no presagia nada bueno. Es verdad que los datos económicos de junio confirman un descenso de más de 50.000 personas en las listas de parados, pero no es menos cierto que los que han conseguido un empleo son eventuales. Si jefe de personal es el verano. Dicho de otro modo: la mejora se ha concentrado en el sector servicios y no depende del plan de inversiones del Gobierno, sino del plan de vacaciones de las familias.

Aquel soñador para un pueblo golpeado y adormilado, que fue Blas Infante, se lamentaba de que Andalucía fuera un «pueblo de braceros», pero ahora se ha convertido en un pueblo de camareros.

Todos los oficios son dignos, por supuesto, y deben ser medidos por su utilidad y no por su brillantez, pero no era ese exactamente su sueño de redención. Quienes nos hemos molestado en leerle y no en sacarle partido en algunas cosas que dijo, admiramos más su capacidad de ensoñación que sus dotes literarias y nos gusta más El ideal andaluz que La dictadura pedagógica, que es una tostada de mucho cuidado. ¿Qué pensaría aquel gran hombre, apóstol y mártir único, al saber que durante la temporada turística va a disminuir el paro y luego volveremos a las andadas y a las paradas? El Gobierno, la Oposición, los sindicatos y los expertos en turismo coinciden en que las cifras de desempleo volverán a subir después del verano, cuando no venga gente a tomarse una copa al sol frente al mar habrá menos gente dispuesta a servírsela. Habrán ingresado en la lista del desempleo y empezará otra temporada más grande. Así que ahora o nunca, que según nuestro refranero, veraneando se va el tiempo volando.