América es diferente
A pesar de ser una pista con limitaciones, corta, estrecha y hasta peligrosa, la presencia del Gran Premio de EE UU en Laguna Seca en el Mundial es vital para la promoción de MotoGP en Norteamérica
Actualizado: GuardarNorteamérica y su amplio y vasto mercado siempre ha sido lo más parecido a El Dorado del mundo de la moto. Y aún hoy, a pesar del éxito reconocido de las dos carreras que se organizan en Estados Unidos, Laguna Seca e Indianápolis, MotoGP sigue siendo un gran desconocido para el público norteamericano, encerrado en un cosmos propio con sus competiciones y sus productos. Laguna Seca albergó el Gran Premio de 1988 a 1994, con poco éxito y muchas pérdidas económicas por parte de los organizadores. Pero el prestigio de tener una carrera en Estados Unidos hizo que el regreso del Mundial a este país se tomara casi como una obligación, a pesar de los fracasos organizativos.
En 2005, MotoGP regresó a Laguna Seca, enfrentándose al desafío más grande de los años recientes. Y no sin dificultades, poco a poco la carrera ha terminado mejorándose y perfeccionándose, sin llegar a ser una prueba impecable. En 2005 los pilotos transigieron con unas condiciones del asfalto que en cualquier otro lugar del mundo habría sido inaceptable. Si la situación se hubiese dado en Europa, o peor aún, en Brasil o algún país asiático, seguramente nadie habría tenido el más mínimo reparo en cancelar la prueba.
Pero América es diferente. Mucho se ha invertido en Laguna Seca para conseguir unas mínimas condiciones de seguridad que permitan la continuidad del Gran Premio de Estados Unidos, y tras el éxito absoluto del Gran Premio de Indianápolis, tanto por la acogida del público como a nivel organizativo, Laguna ya no se considera una prioridad.
Pero frente a la novedad de Indianápolis, que sólo ha organizado dos carreras a altísimo nivel a lo largo de su historia, la primera el día de su inauguración en 1909; y la segunda, el Gran Premio de 2008; Laguna Seca cuenta con una larga tradición. Precisamente de ahí, de California, proceden algunos de los principales mitos de la velocidad americana: Kenny Roberts (padre e hijo), Eddie Lawson y Wayne Rainey suman entre ellos once títulos mundiales de 500 entre 1978 y 2000 -de los 14 conseguidos por los pilotos norteamericanos- y nada menos que 87 victorias.
Por eso siempre se ha creado una atmósfera especial en torno a esta carrera, en la que Roberts y los suyos cobran un especial protagonismo.
Han pasado ya más de treinta años desde que Roberts se proclamara campeón del mundo de 500 por primera vez, pero King Kenny sigue siendo una referencia a pesar de estar bastante alejado de la actualidad de la competición. Vive la tranquilidad de su vida de retiro. Más que de retiro, en la reserva, como un veterano de combate dispuesto a entrar en acción a la primera llamada. Y ahora que resuena la llamada de Moto2, Roberts está dispuesto a sacar sus armas y regresar al campeonato.
Siempre ha sido curioso comprobar la diferente actitud con que se ha contemplado el Mundial desde Norteamérica. El propio Roberts lo comprobó en sus carnes. Viviendo en una pequeña ciudad de California, Modesto, pocos se extrañaban ya de sus andanzas como piloto de carreras de un lado de Estados Unidos. Pero cuando comenzó a disputar el Mundial, desapareciendo de Modesto durante semanas seguidas, los vecinos se preguntaban qué demonios hacía durante el verano: «Corre en moto por Europa», respondía con un desinteresado comentario Buster, su padre. Y eso era suficiente.
Poco conocidas
Son diferentes formas de ver las carreras. En un país tan grande y diferente como Estados Unidos, pocas cosas son realmente populares y conocidas en todos los estados de la Unión. Sin embargo, en la vieja Europa, MotoGP es un acontecimiento ultrafronterizo, fruto de una tradición de carreras casi centenaria. Y por si esto no era suficiente, el fenómeno Valentino Rossi ha conseguido llevar las carreras hasta la mesa camilla de todas las casas.
Puede que haya mucha gente que ignore el nombre del último político de turno, o que no recuerde como se llama el autor de esa canción que tararea sin cesar, pero todo el mundo sabe quien es Valentino. Es sin duda el mejor embajador que haya podido tener nunca el motociclismo, y fruto de sus éxitos, y de carreras como las que realizó el año pasado en Estados Unidos -con su impresionante batalla en Laguna Seca contra Casey Stoner, y el triunfo obtenido en Indianápolis a pesar del azote del huracán Ike- MotoGP ha conseguido romper las barreras del siempre opaco mercado norteamericano.
Ahora, al calor de su reciente centésima victoria en MotoGP, Rossi regresa a Estados Unidos, con los ecos del triunfo en Assen y el recuerdo todavía caliente de la batalla con Stoner. Todos apuntan por una nueva pelea, más abierta quizás, y con un nuevo contendiente: Jorge Lorenzo. El mallorquín parece ser el único que realmente le ha cogido la medida al italiano, batiéndole con las mismas armas.