La muerte de un mito

El 25 de junio murió un genio. Michael Jackson llevaba la música en los genes. Recuerdo una entrevista en televisión en la que al genio le preguntaron que cómo hacía para bailar tan bien. Y se levantó de la butaca y dijo «así». No era fácil, Michael, tú lo hacías fácil.

Este niño prodigio tiene varios récords, entre ellos el haber vendido más de 750 millones de discos o el haber hecho de Thriller el disco más vendido de la historia, con 50 millones de copias desparramadas por el mundo. Hizo canciones geniales, por citar una, Billie Jean. Otro de los récords que ostenta es el de ser el artista que más dinero ha aportado para causas benéficas.

De su vida privada se podría escribir una enciclopedia. ¿Que era extravagante? No cabe la menor duda, ¿qué genio no lo es? Hoy estoy triste, igual que el día en que murió Antonio Vega. En momentos como estos, pienso que la vida no es justa, porque a ver, ¿por qué nos tiene que privar de gente estupenda y dejarnos entre nosotros a tanta gentuza como hay por el mundo?