
Una herencia maltrecha pero muy apetecible
Las dos ex esposas y la familia del cantante llevarán a los tribunales su lucha por su jugoso legado
Actualizado: GuardarEl difunto Michael Jackson, como todo inmaduro, llevaba un tren de vida que no se correspondía con sus ingresos. Sus deudas resultaban tan onerosas (500 millones de dólares) que sólo veía la luz del tunel en los ingresos (300 millones) que generarían los 50 conciertos contratados en Londres, cuyas entradas se vendieron en horas. Era tan desolador el balance de su economía, que algunos han concluido que sólo con su óbito llegarán los brotes verdes: él no gastará más y ahora su figura dará más dinero, desde el merchandising a la venta de discos; desde las visitas a su mansión Neverland hasta la venta de dominios de Internet. Además, con su desaparición ya es un mito del rock. Lo certifica una subasta en Las Vegas que el fin de semana pasado adjudicó por 25.000 dólares un ratón Mickey que Michael dibujó siendo niño.
Numerosos personajes se ciernen sobre el tesoro crematístico. Las dos ex esposas y la familia Jackson, a la cabeza. Sus hermanos antes se llevaban a matar, pero han hecho piña para defender el honor del difunto. El Rey del Pop, arrepentido tras haber comprado los derechos de casi todos las canciones de los Beatles (47,5 millones le costaron en 1985 y 400 millones le reportaron) debido a la reacción de Paul Mccartney, que le dejó de hablar, Jackson cambió su testamento para que le sean devueltas esas canciones al beatle. Algo a lo que, por supuesto, se opondrían los familiares.
El astro tuvo dos esposas legales. Con la primera, la única hija de Elvis Presley, Lisa Marie, se casó en 1994 en la República Dominicana, aunque otros documentos ubican la ceremonia en Las Vegas. Se divorciaron en 1996 sin descendencia y con dudas de si consumaron el matrimonio. Lisa Marie queda descartada de la herencia y ella misma ha divulgado que rompió todo contacto y que se declara apenada por no haberle podido ayudar en sus momentos de sufrimiento.
Con su segunda esposa, la enfermera británica Deborah Rowe, asistente de uno de sus cirujanos plásticos, se casó en Australia en 1996 y se divorció en 1999 tras pagarle 5 millones de dólares y concederle el derecho, a la postre no cumplido, de una visita cada 45 días a los dos hijos que concibió: Paris, de doce años, y Prince Michael, de once. Se comenta que tuvieron los hijos por inseminación artificial, aunque ellos lo negaron. Rowe afirma que sólo eran amigos y que nunca vivieron juntos.
Custodia temporal
Rowe toma una importancia ascendente en el caso de la herencia, pues ha comunicado que desea estar más cerca de sus hijos, a los que no ve hace diez años. Su antiguo abogado, Iris Finsilver, afirma que si ella lo desea podría ganar la custodia de los menores de edad, con lo que ello significa a la hora de desviar generosos fondos para su mantenimiento.
El tercer hijo de Jacko, Prince Michael II, alias Blanket (Manta), al que zarandeó con su cabeza tapada desde la ventana de un hotel, lo tuvo con una madre de alquiler cuya identidad no puede darse a conocer por razones contractuales, aunque nadie puede asegurar que la madre no salga a la palestra para exigir su parte. Los tres vástagos de Jackson se hallan actualmente al cuidado de su abuela paterna, Katherine, que acaba de obtener la custodia temporal, con lo cual el enredo retorna a la familia. El patriarca, Joe Jackson, ha lanzado un comunicado en el que se declara facultado personal y jurídicamente para la custodia y reclama categórico: «Sólo (mi esposa) Katherine y yo tenemos la potestad sobre nuestro hijo y sus niños». Y ahí está el busilis de la cuestión, pues Jackson tenía muy meditado dejar toda su riqueza a sus tres hijos, para los que incluso tenía guardadas un montón de canciones por él compuestas y aún inéditas, listas para publicarse tras su muerte. Aún con deudas, se calcula que sus posesiones, desde las mansiones hasta obras de arte que compraba compulsivamente, valen 1.000 millones de dólares. Además, la compañía que rige los derechos de las canciones de los Beatles está valorada en 2.000 millones. Si no se resuelven todas estas dificultades, según las leyes de California toda la herencia irá a sus tres hijos, con lo cual el culebrón se puede prolongar durante largos y escandalosos años.