Néstor Kirchner gesticula antes de votar. / REUTERS
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Argentina examina en las urnas a los Kirchner

El oficialismo se enfrentó a los comicios con el temor de perder la mayoría y distritos claves como Buenos Aires

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En un clima de tensa expectativa, el Gobierno de Cristina Fernández se enfrentó ayer a su prueba más difícil desde que dirige la nave política argentina. Casi 28 millones de votantes estaban llamados a las urnas para renovar parcialmente el Parlamento y, según los sondeos, el oficialismo perdería la mayoría tanto en la Cámara de Diputados como el Senado, además de sufrir una importante merma de apoyos en todo el país respecto a 2007.

Numerosas personas acudieron a los colegios electorales con mascarillas en prevención de epidemia de gripe A que afecta al país sudamericano y que de momento arroja un saldo de 27 muertos y miles de infectados.

A la hora de depositar el sufragio los encargados de mesa ofrecían alcohol en gel a los votantes y sugerían no pegar el sobre con saliva, como se hace tradicionalmente, para evitar contagios. Al emitir su voto, la presidenta Cristina Fernández aprovechó para repudiar el golpe de Estado en Honduras.

De confirmarse las previsiones, las legislativas marcarían el inicio del fin del poderío que la mandataria ha ido edificando junto a su esposo, el ex presidente Néstor Kirchner (2003-07). Quedan por delante dos años de mandato en los que Fernández deberá trabajar duro en el Congreso para obtener el apoyo a sus diversos proyectos.

Los comicios, adelantados en cuatro meses para evitar que se celebraran en una coyuntura de todavía mayor desgaste político y crisis económica, fueron convocados para renovar la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado. Según las encuestas, el Frente para la Victoria, la agrupación liderada por Kirchner, retrocedería diez puntos porcentuales en todo el país respecto a 2007 y perdería mayoría en ambas cámaras. La principal y más reñida batalla la dio el ex mandatario, que se propuso como primer candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires, el distrito más populoso del país en el que vota casi 40% del censo electoral. Allí, Kirchner se enfrentaba al diputado Francisco de Narváez, de la alianza centroderechista Unión Pro, un empresario millonario que podría derrotarle.

Arma de doble filo

El anterior presidente se había ofrecido para sumar apoyos con los que reforzar el gobierno de su esposa. Pero Néstor Kirchner no calculó que al mismo tiempo ofrecía una baza para que los electores expresaran su rechazo a la Administración. Muchos votantes bonaerenses revelaron ayer que habían apoyado a De Narváez en las urnas «sólo para que pierda Kirchner».

En vísperas de la elección, cinco encuestas daban ganador a Kirchner y cuatro a De Narváez. «Es un empate técnico», sostenían casi todos los analistas. Los indecisos eran los que tenían en su mano inclinar el fiel de la balanza hacia uno u otro lado. Si Kirchner pierde será una derrota del Gobierno y de él mismo como líder del oficialismo. Si gana no podrá evitar, de todos modos, enfrentarse a una marcada reducción de apoyos en todo el país y en distritos claves como Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe.