ESPAÑA

El guardián de la caja resiste el asedio

El tesorero llegó al partido en 1983 y ascendió a gerente gracias al 'caso Naseiro'

| COLPISA. MADRID Actualizado: Guardar
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«Mientras los clientes no conozcan el precio de las cosas que les doy, yo puedo seguir cobrando lo que me dé la gana», le dijo Francisco Correa a un funcionario del PP. Tan edificante principio era norma de comportamiento del empresario corrupto, que basaba su negocio en las influencias políticas y las facturas infladas que presentaba al partido. Lo curioso es que en la sede de Génova había alguien que estaba obligado a conocer el precio de los servicios que contrataba. Luis Bárcenas, con más de treinta años de servicio en el departamento de tesorería del PP, conocedor de los vericuetos de la organización, los secretos del 'aparato' y las debilidades de sus dirigentes, debía de saber si le estaban estafando. O no.

Licenciado en Ciencias Empresariales por la exclusiva universidad privada ICADE, Bárcenas llegó a Alianza Popular en 1983 y se educó en la gestión de las cuentas del partido con el inefable Ángel Sanchís como tesorero y Manuel Fraga en la presidencia. El escándalo del caso Naseiro en 1990 (el tesorero del PP fue detenido y acusado de un delito de cohecho relacionado con la financiación ilegal del partido) fue una oportunidad de promoción profesional para el joven empleado onubense. José María Aznar puso al frente de las finanzas al acaudalado Álvaro Lapuerta, quien nombró a Bárcenas gerente del partido. Desde entonces, se convirtió en su mano derecha y Lapuerta en su gran defensor.

«Álvaro me ha dicho que todo está correcto y que el partido no ha recibido ni un duro de Correa», es la explicación con la que despacha el presidente del PP a sus dirigentes cuando se acercan a preguntarle por la comprometida posición del actual guardián de la caja del partido.

Hay quien sospecha que su aparente inmunidad se debe al enorme control que tiene de las finanzas del partido. El caso es que la resistencia ante el asedio que demuestra el tesorero incomoda especialmente a los dirigentes más jóvenes o los recién llegados al poder porque ellos no le deben nada.

Un profesional

Meticuloso y muy profesional, Bárcenas es un excelente burócrata que tiene todo bajo su control. Y no sólo en el partido. Su contabilidad personal es impecable y la exhibe en la organización popular como prueba de su honradez.

«¡Caray, Luis, tienes que estar muy seguro para pedir una inspección fiscal!», le dijo Federico Trillo cuando el tesorero respondió a las primeras informaciones sobre la trama Gürtel con este reto. Sus arranques chulescos son tan conocidos en el PP como sus declaraciones de la renta, con las que tiene a gala haber superado al menos una revisión de la Agencia Tributaria. A lo mejor fue por eso por lo que Rajoy se atrevió a sentenciar que «nadie podrá probar que Bárcenas no es inocente».

No sólo conoce todos los secretos de las cuentas del PP de los últimos 30 años, sino que es el corazón del corazón del aparato popular. Aunque jamás ha tomado decisiones ni ejercido como político, y si se convirtió en senador fue para disfrutar del oportuno aforamiento, el tesorero es el máximo exponente de un equipo de fontaneros que lleva casi tantos años como él al frente de la organización. «Son como los funcionarios de un ministerio, piensan que tú pasas, pero ellos siempre se quedan», explica un dirigente que se sintió intimidado por el poder del establihsment cuando llegó a la sede de Génova.

Si no es persona grata para los políticos, Bárcenas cuenta entre los trabajadores con grandes defensores de su profesionalidad. Dicen que es un jefe frío y distante, pero muy correcto, cumplidor y respetuoso, siempre dispuesto a resolver los problemas de sus empleados en dificultades. Casi todos le deben favores. Si alguna queja tienen del tesorero es que se llevó al partido al actual gerente, Cristóbal Páez, persona de trato desagradable y mezquino, según sus subordinados. «Los dos son los que tienen los coches más grandes del garaje de la sede y varias casas cada uno, pero se dedican a asfixiar económicamente a los demás», se queja una diputada.

'Modus operandi'

Ahora que los tribunales han destapado su modus operandi, se multiplican los dirigentes populares que recuerdan cuántas veces se escandalizaron de las facturas que presentaban las empresas de Francisco Correa. Pero no protestaban. Nadie se atrevía a enfrentarse al poder fáctico del aparato.

La edad de oro de los populares, al filo del año 2002 y en coincidencia con la boda de la hija de José María Aznar, fue también la de mayor actividad del entramado de Correa en la sede de Génova. Por aquel tiempo se cimentaban las amistades entre Bárcenas, Gerardo Galeote y Jesús Sepúlveda, cuando coincidían en Marbella y Baqueira.

Entre los directivos del PP circulan todo tipo de rumores sobre el alto nivel de vida que llevaba el tesorero, tanto en la costa como en la montaña, así como sus inversiones en Bolsa y en obra pictórica. Dicen que mantenía un vehículo siempre de alta gama guardado en un garaje de Baqueira para poder desplazarse con comodidad los fines de semana que viajaba a esquiar con sus amigos.

Eran los tiempos de la jet set aznarista, que florecía alrededor del presidente del Gobierno y su yerno, Alejandro Agag, en un ambiente en el que medraban los jóvenes del clan de Becerril y algunos miembros del aparato del PP. Ríos revueltos en los que Correa se movía como pez en el agua.