Espejos y humo
Actualizado: GuardarL os espejos y el humo abundan en el mundo de la geopolítica, donde lo que se ve no es siempre lo que hay -o viceversa-. Durante los últimos días, los acontecimientos en Irán se han convertido en el centro de la atención mundial. Gracias a la tecnología de los teléfonos móviles y a un elemento aún más básico, la valentía humana, la comunidad internacional ha visto lo que está sucediendo. Las acciones del régimen han sido condenadas por países a través de todo el mundo y el presidente Obama se ha comprometido a 'vigilar de cerca' el estado de las libertades iraníes. Así que, a primera vista, resulta sorprendente que se haya seguido invitando a Irán a asistir a cumbres internacionales como si no ocurriese nada. La semana pasada, el presidente (o no) Ahmadineyad acudió a la cita de la Organización de Cooperación de Shangai (un foro compuesto por Rusia, India, China y varios estados de Asia Central). Y el ministro de Asuntos Exteriores iraní también había recibido la invitación para reunirse en los próximos días con sus homólogos del G-8 en Italia.
Pero, a pesar de las elecciones amañadas y de su programa nuclear, todos quieren hablar con el Gobierno de Teherán por una sencilla razón: Afganistán. Las fuerzas de la coalición internacional están en apuros en su lucha contra los talibanes. Y sin el apoyo de Irán la posibilidad de vencerlos es aún menor. Como decía Napoleón, si se quiere entender la política internacional, véase el mapa. Las dificultades actuales con Afganistán surgen en el sur y el este del país: la zona fronteriza con Pakistán es altamente peligrosa, por lo que muchos analistas están convencidos de que Islamabad es una parte del problema tanto como la solución. En el norte y el oeste, la frontera con Irán se mantiene relativamente tranquila. Y Teherán hace todo lo posible para que siga así. La desconfianza, por no decir odio, entre los radicales musulmanes suníes que conforman los talibanes y el régimen chií de los ayatolás iraníes es profunda y los dos grupos se acusan mutuamente de apóstatas. Desde del principio de la guerra en 2001, Irán ha ofrecido inteligencia y apoyo logística a Estados Unidos en la lucha contra los talibanes, aunque no siempre fueran aceptados. En la comunidad internacional a veces cuesta aceptar que el enemigo de mi enemigo es un amigo. Pero sí parece haberse dado cuenta de que Teherán puede ser un aliado.