TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

Un gran partido de román romario

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Al socialista gaditano Rafael Román le estaban moviendo incluso la silla de portavoz del grupo municipal y, entre las jerarquías de su partido, circulaba la especie de que a sus siglas le hacía más falta un buen equipo que una estrella como él: cierto que ya no tiene edad para ir de Messi por la vida, pero Romario se retiró a los 41 y Salvador Chava Reyes saltó en enero al estadio Jalisco para jugar su último partido como profesional con 71 años confesados. El incombustible Román se empleó a fondo como delantero centro el pasado martes en el Congreso de los Diputados, disparando continuamente a la meta contraria. Y aunque los socialistas perdieron el partido, él parecía en condiciones de ganar el Pichichi. Y es que, ese día, se votaba una pintoresca moción presentada por Esquerra Republicana de Cataluña que reclamaba la desaparición de los ministerios de Cultura, Vivienda e Igualdad y que sus funciones pasen a los de Educación, Fomento y Sanidad y Asuntos Sociales. Todo ello en aras del ahorro público, sin percatarse de que carteras como la de Igualdad tan sólo le suponen al Estado un 0,2 por ciento de los Presupuestos Generales, unos diez kilómetros de autovía. Y sin entrar a considerar que los ministerios pueden suprimirse pero los funcionarios no, y, estén donde estén, habría que seguir pagándoles la nómina, que es el grueso de las partidas presupuestarias de sus respectivos departamentos.

Pero lo cierto es que la iniciativa salió adelante por 173 votos a favor -ERC, CiU, PNV y, sorprendentemente, el Partido Popular-frente a 170 en contra -los del PSOE, IU y UPD-, más la abstención del BNG. La propuesta hablaba de «austeridad, eficiencia, y cumplimiento de la lealtad institucional, con el objetivo de mejorar la eficacia y permitir la adecuada financiación autonómica». Pero lo que, en el fondo, pretendían los izquierdistas catalanes, era cuestionar el centralismo estatal en dichas materias. Los nacionalistas periféricos habían bautizado a este motín parlamentario como Operación Bikini, insistiendo en el ahorro del gasto público mediante la reorganización de algunos servicios, «eliminando duplicidades, esto es, poniéndose a dieta», dado que -he ahí el meollo de la cuestión- hay Ministerios «enteros que no se ajustan al reparto competencial y responden al intento de que el Estado no pierda músculo ante la inevitable descentralización del Estado de las Autonomías». De ahí que tampoco faltara quien reclamó una operación topless en toda regla.

Los conservadores terminaron apoyándoles porque jugaban a otro deporte: a apuntarse a un nuevo bombardeo retórica contra los socialistas, incluyendo sus denuncias contra Manuel Chaves por subvencionar a una empresa transnacional en la que encontró trabajo su hija, el uso del Falcon de Zapatero o las singladuras pesqueras de Alberto Saiz, director del CNI, a bordo del Albatros, un buque construido por cierto en Gibraltar.

Así que el portavoz del PP, Rafael Merino, terminó poniéndoselo a huevo a Román, que chutó a puerta con el esférico de la coherencia al denunciar «la incongruencia del PP al pedir junto a ERC la supresión del Ministerio de Cultura cuando en su programa electoral pedían su refuerzo y la creación de un órgano de coordinación entre Educación y Cultura». Y tampoco le faltó tiempo para recordar que la potestad de formar gobierno y ordenarlo corresponde, según la Constitución, al presidente del Gobierno y no a la cámara.

Román estuvo torero y despertó pasiones entre su hinchada. Pero tampoco le faltó pulsión intelectual cuando a su juicio, la iniciativa «busca exclusivamente», y por eso «llama la atención» el apoyo de PP, «fragilizar la estructura de Gobierno del Estado». Subrayó que «ese es el hilo conductor, invisible pero se siente, como la mano del mercado, que decía Adam Smith». Eso sí, perdió, pero como Erroll Flynn en Murieron con las botas puestas.

Quizá por ello el Ayuntamiento de Cádiz ha fijado el pleno extraordinario de debate sobre la ciudad para el miércoles, cuando se celebra una nueva sesión en el Congreso del que forman parte en calidad de diputados tanto Román como la alcaldesa. Una buena forma de sacarlo del campo.

Los socialistas ya saben que Román sudará los colores en San Juan de Dios hasta 2011 y que pretende seguir como portavoz para entonces. Ya tendrían que tener decidido el once inicial que lanzarán a ganar el Carranza de las próximas municipales. Lo importante es dar buen juego con independencia de quien salte al campo. Eso sí, habrá que ver si de aquí a entonces encuentran unos o unas cuantas Iniestas y a un buen entrenador en vez de fichar a auténticos paquetes que hagan añorar a Messi. O a Romario y al Chava Reyes. O a Román, pongamos por caso.

De momento, lo único que parece claro es que la candidatura socialista por Cádiz no la encabezará el Yuyu, ni Francisco González Cabaña. Después de haber posado ambos con la camiseta del Xerez, tendrían perdidas de antemano las elecciones en la capital.