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Guerra soterrada por el poder

| TEHERÁN Actualizado: Guardar
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Los reformistas piden permisos para sus marchas, pero las autoridades los niegan de forma sistemática. Hezb-e Etemad-e Melli, el partido de Mehdi Kerrubi, y la Asociación de Clérigos Combatientes solicitaron el visto bueno de Interior para la marcha de hoy, pero la respuesta fue de nuevo negativa. Sin embargo, esto no hace retroceder a unos manifestantes que cada tarde desde hace una semana colapsan el centro de la capital y también han empezado a organizar protestas en otras ciudades como Isfahán, Shiraz y Mashad.

La 'marea verde' cuenta con un apoyo multitudinario, pero como se pudo ver ayer en la Universidad de Teherán el sector progubernamental es también muy fuerte y con una capacidad de movilización importante. El punto de vista de la prensa occidental se limita básicamente a la capital, donde los seguidores de Musaví son mayoría, pero Irán es un país de setenta millones de ciudadanos, según los datos de Naciones Unidas, y resulta muy complicado saber si realmente las cifras de adulteración de votos de las que habla la oposición son reales o no.

Si la jornada electoral fue un «terremoto político», según Alí Jamenéi, la semana posterior ha sido todo un 'tsunami' en el que los sólidos cimientos de la República Islámica han dado muestras de que alguna pieza no encaja en el complicado y hermético puzle que lidera este país. El dúo formado por Mohamed Jatamí y Hashemi Rafsanyani «colocan a Musaví como su espantapájaros, y lo utilizan para atraer toda la atención mientras ellos desde la sombra libran una auténtica partida de ajedrez con el líder supremo», opina un diplomático occidental.

Una semana después de que Ahmadineyad obtuviera, según los datos oficiales, 24 millones de votos, el Irán contrario al presidente y a su política ultraconservadora volverá a protestar en las calles de la capital. De la violencia de las primeras jornadas se ha pasado a las marchas silenciosas de los últimos días. Tan silenciosas como ilegales a los ojos de una Administración a la que se le empieza a agotar la paciencia.