. Un seguidor de Musavi es golpeado por las fuerzas de seguridad del Gobierno en Teherán./ AP
MUNDO

Represión motorizada

Un cuerpo paramilitar creado por Jomeini siembra el terror en Teherán, con la excusa de proteger la revolución islámica

| TEHERÁN Actualizado: Guardar
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«No dependemos de ningún presidente, sólo respondemos ante la revolución y su líder supremo». Quien así habla es Ali, un basij, un voluntario al servicio de la causa islamista, que viste casaca militar y lleva cinco días movilizado. Tiene apenas 17 años y vive su primera «gran misión» para proteger la revolución y sus logros de los últimos treinta años. No dice una palabra más. Sube en la moto, se ajusta una gran porra negra a un costado y se une al resto de compañeros que salen de patrulla por «los barrios pijos».

Pese a estar presentes desde las primeras horas de los incidentes poselectorales, su cometido represor salió a la luz tras el tiroteo en la plaza Azadi, que según los medios oficiales acabó con la vida de siete personas. Los estudiantes de la Universidad de Teherán también acusan a esta milicia paramilitar de haber llevado a cabo el pasado lunes un ataque contra los dormitorios del centro en el que cinco alumnos podrían haber perdido la vida, extremo sobre el que las autoridades persas mantienen un absoluto silencio. Cuando han sido necesarios, los basij se convierten en la mejor arma de un sistema que vive su momento más delicado desde 1979. «Si pudimos con Irak, esto no es nada», aseguran con una sonrisa varios de ellos en el edificio de la radio televisión pública iraní, uno de los lugares desde el que cada día salen a imponer su ley.

Esta organización de marcado carácter político e ideológico fue creada por el ayatolá Jomeini a comienzos de los ochenta y su papel en la guerra contra Irak fue clave. Protagonizaron oleadas humanas de voluntarios que fueron al frente con la fe como única arma y la llave del paraíso colgada al cuello. El actual líder supremo, Alí Jamenéi, sin embargo, les encomendó una nueva misión para el tiempo de paz: impulsar la ciencia y tecnología del país persa. Los basij aseguran que gran parte del equipo científico que ha desarrollado el programa nuclear iraní pertenece a su movimiento y los investigadores de los centros de Natanz, Busher e Isfahan han salido de la prestigiosa Universidad de Sharif de Teherán.

Felicitación pública

Estos días, sin embargo, parece que han aparcado la ciencia y se aplican en tareas puramente punitivas. Sus métodos han sido censurados por el mismo Alí Lariyani, portavoz del Parlamento, pero medios oficiales anuncian que mañana, en el transcurso de la jornada de rezo semanal, podrían recibir la felicitación pública de Jamenéi por los servicios prestados.

Son los más temidos por la población porque «tienen carta blanca para todo y si te cogen pueden hacer lo que quieran contigo antes de entregarte a la Policía», asegura un joven seguidor del líder reformista, Mir Husein Musavi, que toma parte activa en las protestas. La actual Administración iraní, por su parte, se limpia las manos y dice que no puede hacer nada para controlar el fervor revolucionario de los basij.