Opinion

El opio del pueblo

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Una fiebre colectiva se ha adueñado de la población jerezana desde hace unos meses. Es el tema del que todo el mundo habla, la ilusión que se comparte, las camisetas y banderas azules que se multiplican por toda la ciudad... El Xerez C.D. ha subido a la 1ª División de la Liga Nacional. Los medios de comunicación y las instituciones consagran con su eco y su aplauso este ritual de felicidad xerecista, ese fervor de masas que tanto conviene al Poder. En el siglo XIX Karl Marx sentenció con una frase el nefasto influjo adormecedor que producían las iglesias sobre la conciencia del proletariado: «La religión es el opio del pueblo». Hoy, tendría que modificar el sujeto de su oración: «El fútbol es el opio del pueblo». El filósofo alemán, si viajase a través del tiempo y conociese el Jerez del siglo XXI, quedaría impresionado de ver cómo una ciudad de 200.000 habitantes con más de 26.000 parados se olvida de sus miserias escondiéndose detrás de los símbolos y aspiraciones de una Sociedad Anónima Deportiva, o sea, de una empresa particular con ánimo de lucro que dice representar a la localidad entera. No hay otro tema de conversación que las hazañas futbolísticas, no hay nada que genere más unión que una bandera blanquiazul. Unos propietarios que invierten un dinero de dudosa procedencia en el negocio del balón. Unos desheredados sin trabajo y sin futuro se ilusionan, sin saber si van a poder pagar la luz el mes próximo o si tendrán que hacer cola en el comedor de El Salvador.