Menos sucursales
Actualizado: GuardarL os planes previstos por las entidades bancarias y de ahorro para reducir el número de sucursales, a través de las que mantienen su relación principal con impositores y clientes, forma parte de las medidas que han de adoptar para rebajar los costes que representa el mantenimiento del sistema financiero español. Aun suprimiendo 800 sucursales entre 2009 y 2010, seguirán existiendo 44.800 oficinas de atención al público; por lo que es más que probable que su reducción continúe manteniéndose como pauta durante los próximos años. El adelgazamiento de la estructura de servicios con la que cuentan las instituciones financieras representa una necesidad para garantizar su solvencia, tal cual viene apuntando el Banco de España. Esta medida coincide, además, con la extensión territorial de sucursales de cajas de ahorro que se implantan lejos de su ámbito de origen. De manera que dibuja una nueva etapa de competencia entre las distintas firmas, que simultanean los esfuerzos por el control de costes con la irrupción en localidades y sectores en los que tratan de afianzar su desarrollo futuro y, en definitiva, su pervivencia. Una competencia que el actual ciclo económico amortigua, puesto que priman los criterios de cautela y restricción crediticia; pero que puede avivarse una vez que se atisben los primeros signos de recuperación.
Los cambios en los hábitos sociales y la paulatina integración de los ciudadanos en la Red permiten vaticinar una acelerada modificación de las relaciones de clientes e impositores con las entidades financieras que, no en balde, han sido pioneras en la informatización y la conexión on-line. Pero es evidente que tanto las operaciones más comprometidas para el usuario de los servicios bancarios, como la seguridad que las economías familiares más modestas precisan para afrontar sus vicisitudes, dependen en gran medida del contacto presencial con los empleados y responsables de las sucursales. La tradicional red española de sucursales bancarias y de cajas de ahorro constituye una excepción en el entorno europeo; excepción que merma la rentabilidad de dichas entidades. Pero sería deseable que, junto a los criterios de eficiencia, la reducción de sucursales contemplara también la existencia de amplios sectores sociales que necesitan acudir físicamente a una oficina bancaria o de ahorro de su confianza para ahorrar, hipotecarse o administrar sus humildes ingresos.