Deportes/Motor

Bautista gana sin oposición

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Dios castigó a Simoncelli con un empujón invisible caído del cielo, similar al que el italiano propinó a Bautista en Mugello. El español festejó en España el triunfo que debió celebrar a domicilio, en Italia, hace quince días. La afición estaba de uñas con Marco y el eterno enemigo de Álvaro se salió de la pista muy pronto. El combate duró únicamente seis vueltas y sólo hubo dos ganchos a la barbilla. El piloto de Gilera arrancó mejor y el español le adelantó al cabo de siete kilómetros de carrera. El melenudo le devolvió la acción en el siguiente giro y cuando el empate a uno reinaba en el marcador se cayó al tomar una curva demasiado tumbado. El estadio de Montmeló explotó en una salva de aplausos, que se repitió cuando el patito feo del Mundial tuvo que retirarse. La comisión de disciplina, que salvó al antideportivo piloto en su país, impuso su ley sobrenatural con dos semanas de retraso. Los seguidores españoles hubieran deseado, de todos modos, que hubiera pelea hasta el final. Bautista demostró en el asfalto que sería invencible con juego limpio. Escapó sin que nadie osara pararle. Consolidó su liderato aunque no puede confiarse con Aoyama.