La llegada de los jugadores a la rotonda del Minotauro dejó una imagen impactante en al noche de ayer. / ESTEBAN
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Paso al autobús de la gloria

Con el lema 'Somos de Primera', toda la familia azulina festejó el ascenso con un paseo de dos horas en autocar por los lugares emblemáticos de la ciudad

| JEREZ Actualizado: Guardar
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Casi 5.000 personas asentadas bajo un Minotauro de bronce de más de 25 metros recibiendo a un grupo de héroes refleja lo que vivió ayer la ciudad de Jerez. Tras la paliza del partido los azulinos se subieron al ya conocido como autobús del ascenso. Un autocar descapotable donde los xerecistas sacaron toda la euforia contenida en las últimas semanas y se fusionaron con su afición bajo un gran despliegue policial. Con el lema Somos de Primera, la marea azulina tuvo que esperar más de la cuenta a sus ídolos. La salida estaba prevista para las diez, pero un imprevisto retrasó la expedición en casi una hora. Mientras los cabezas azules -casi toda la plantilla se tiñó el pelo de azul y blanco- se comían literalmente el autobús, Pedro Ríos y Jesús Mendoza tenían que pasar un inesperado control antidopping que obligó a todos los xerecistas a acelerar la celebración sobre el autocar azul y blanco.

Mientras tanto, Francis se preparaba con vitaminas para la fiesta y Brian y Calle se convertían en los primeros protagonistas de la noche. Además, banderas de todo tipo, desde la de Argentina de Currito a la de Galicia de Bergantiños, pasando por la de Mallorca de Martí Crespí o la cántabra de Súper Mario Bermejo, disfrazado de Rey Mago junto a Antoñito y Momo.

El calor no mermada a los más de 3.000 xerecistas agolpados en Chapín y que recibían la ayuda solidaria de una manguera vecina. La temperatura iba a más hasta llegar al clímax a las 22.50 horas. Fue entonces cuando Jerez se tiñó de azul y toda la atención estaba centrada en un autocar y 25 héroes. Comenzaba una historia de poco menos de dos horas y cargada de ilusión y personajes. Desde la peluca azul de Mendoza al perro que vestía la camisola azulina, cada minuto estaba cargado de anécdotas.