Los alumnos gaditanos superan las tasas medias de abandono de los estudios. / LA VOZ
Ciudadanos

Huecos en las aulas

Uno de cada tres alumnos de Cádiz no completa la educación obligatoria Muchos padres no saben cómo actuar ante el fracaso escolar

| CÁDIZ Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Exámenes casi a diario, las prisas por terminar el temario y los trabajos de última hora. Al curso sólo le quedan unos días para terminar y aún queda por delante la entrega de nota, que en muchos casos puede condicionar el verano del estudiante. Los más de 139.000 alumnos que cursan Educación Primaria y Secundaria en la provincia cerrarán los libros el próximo día 22 para disfrutar de dos meses de vacaciones.

Según las estadísticas que maneja el Ministerio de Educación, uno de cada tres alumnos ha repetido algún curso durante la educación obligatoria. Si se ajusta esta cifra a la situación escolar en Cádiz se deduce que más de 46.000 alumnos están en la cuerda floja y podrían repetir curso para el próximo año. De modo que su verano no se presenta tan descansado, al tener que recibir clases particulares y ejercitarse con material de refuerzo.

Las disciplinas que más les cuestan a los alumnos gaditanos pertenecen a las ramas de las ciencias: Física y Química y Matemáticas. Muy de cerca les siguen los idiomas, tanto francés como inglés y cierra la lista Lengua Española, con un índice cada vez mayor de suspensos y unas notas medias que bajan por año y cercanas ya al seis y medio.

A todo este panorama hay que sumar los datos del fracaso escolar, que se entiende como el abandono de los estudios sin llegar a terminar la Secundaria e incluso se añade los alumnos que deciden no continuar en Bachillerato. En este caso, Cádiz supera la media nacional al registrar una cifra del 32,7%, mientras que en España se recogen unos datos del 30%. Las alarmas saltan cuando se comparan estos números con los que existen en otros países, porque ninguna provincia española tiene un fracaso por debajo del 10%, una cifra que en la Unión Europea (UE) se considera el límite aceptable tal y como se recoge en el estudio realizado por la revista Magisterio, especializada en educación.

De este estudio se desprende, además que desde hace ocho años en España ha aumentado el fracaso en un 16%. Esta situación sitúa a España muy lejos de cumplir los objetivos marcados para Lisboa 2010, un programa que evalúa el nivel de educación y el abandono temprano de la escuela. Sus metas, a este ritmo, no se alcanzarán hasta dentro de siete años.

Cuestión de sexo

Dato arriba o abajo, lo que se mantiene constate es que las alumnas son más aplicadas. La media nacional de fracaso escolar sitúa a los chicos con un 37,8% de abandonos, frente al 23,6% de las chicas. Cádiz no es una excepción y según los últimos datos referentes al tema en la provincia fracasan en la escuela el 40,5% de los varones, mientras que en las chicas se reduce hasta el 24,4%, por lo que la diferencia entre unos y otros se incrementan hasta los 16 puntos porcentuales. Una disparidad muy marcada entre los sexos a la hora de la valoración del rendimiento en los estudios.

Ante tal situación, los expertos ponen de manifiesto la necesidad de la implicación de los padres en los estudios de sus hijos para evitar los disgustos a final de curso, algo que no parece sencillo. Es algo que se confirma al preguntar a los diferentes centros educativos de refuerzo de la provincia. Vanesa Franco, de la academia Acacias de San Fernando, asegura que la mayoría de las solicitudes llegan en «verano y como medida de solución para intentar recuperar lo que no se ha hecho en los meses de estudio». Muchos alumnos llegan de manos de sus padres, que piden consejo a los educadores ante los malos resultados académicos.

Por su parte, Miguel Ángel Brun, de la Academia Cádiz, expone que «se notan mejores resultados en los alumnos que llevan apuntados desde octubre que en los que se apuntan para recuperar. A partir de la segunda evaluaciones cuando comienza a flaquear más la confianza de los padres y suelen acudir al apoyo de los centros». José Luis Márquez, de la academia José Luis, afirma que «las asignaturas más demandadas son las de Física y Química y Matemáticas, si bien con la crisis hemos notado una reducción y no tenemos tantos alumnos como antes».

Recuperar un suspenso no sale barato. Según los datos que se maneja en el sector, el coste de las clases particulares puede llegar a alcanzar los 800 euros anuales. De esta forma los padres intentan evitar que sus hijos acudan a un centro de estas características a menos que sea irremediable.

Afrontar un cate

«Si mi hijo se lleva tres horas cada tarde encerrado en su cuarto con el ordenador, ¿cómo es que suspende?» Ésta es una de las frases más escuchadas por los profesores. Manuel Bravo imparte clases de Comunicación Audiovisual en un centro de San Fernando y asegura que el «nivel de esfuerzo de los estudiantes es cada vez menor». Además, recalca que «resulta complicado que hagan trabajos en casa e intentamos aliviarlos más de deberes a cambio de que se esfuercen más en clase».

La figura de los padres es muy importante a la hora de la buena marcha del niño en los estudios, por eso «hay que estar encima desde el principio, hablar con los profesores y detectar a tiempo en qué asignaturas fallan más», expone la psicóloga del centro isleño Cedypsire Yolanda Martínez. También hay que poner énfasis en las consecuencias del suspenso y la responsabilidad que acarrean».

Pero, para los padres no suele ser fácil digerir un suspenso. «Lo ideal es que la supervisión paterna sea constante y se vigile que se cumplen ciertos horarios e incluso condicionar el acceso a internet. «Sobre todo no dejarlo todo para el final por ver si al final lo recupera, se trata de poner remedio antes», insiste la experta.

Ramón Piñeiro es también psicólogo del centro integral de Psicología y Logopedia de Cádiz y considera que es un error el «refuerzo a largo plazo porque en los niños a los pocos días no tiene valor». Según el especialista, «no hay ninguna duda de que los niveles escolares han bajado. Cada vez prima más el mínimo esfuerzo y hay que terminar con eso».

sanfernando@lavozdigital.es

Un estudio piloto realizado en Valencia por dos asociaciones pediátricas sobre trastornos del sueño, demuestra que los menores españoles duermen poco y mal. Uno de cada tres menores de cinco años tiene el sueño alterado y casi el 53% de los adolescentes duerme menos de ocho horas, cuando lo aconsejable son nueve. Estas alteraciones del sueño pueden acompañarles durante el desarrollo infantil, restando sus capacidades para afrontar el resto del día y que se evidencia de forma alarmante en la etapa escolar y su nivel de atención.

Un 20% de los menores sufre insomnio, un 17% sonambulismo, un 10% alteraciones respiratorias o ronquidos, y un 2% apnea o síndrome de piernas inquietas.