Imagen de una de las espectaculares coreografías que conforman el musical./ ROMÁN RÍOS Los intérpretes se metieron al público en el bolsillo./ R. RÍOS
Sociedad

Mecano de luces y canciones

El musical 'Hoy no me puedo levantar' cautiva al público en la primera de las siete sesiones programadas en el Teatro Falla

| CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Siempre que me acerco a alguna de las representaciones de teatro musical en el Falla, percibo cierta emoción entre el público que asegurará casi de forma automática el éxito del espectáculo. Espectadores de todas las edades van y vienen nerviosos a buscar sus asientos correspondientes, y el frenesí es palpable antes, durante y después de la representación. Una vez metidos propiamente en el transcurrir de la obra, ese nerviosismo previo se transforma en incondicionales muestras de aceptación traducidas siempre en nutridos y a veces hasta impertinentes aplausos.

De forma sin duda acertada, la organización del Falla apuesta por dar un cierre a su programación de esta temporada de una forma bastante complaciente con el público fiel a este tipo de montajes comerciales. A Hoy no me puedo levantar le avalan sus numerosas representaciones tanto en Madrid como en las distintas ciudades por donde ha pasado y en donde ha dado muestra de una excelente acogida. De ahí que no sea descabellado programarla en nuestra ciudad durante cuatro días en siete pases. Pero una de las desventajas de estas franquicias del espectáculo, es que no siempre vemos lo que originalmente se ha planteado en el montaje matriz. A más de uno en Cádiz, nos hubiera gustado ver en las tablas al actor gaditano José Troncoso que ha formado parte del montaje en la capital pero, como ya hemos comentado -cosas del mercado del espectáculo- nos hacen presenciar a la «compañía en gira» y no al elenco estable. Digo esto sin ir en detrimento de los más de treinta actores, bailarines, creadores y técnicos que intervienen en este espectacular montaje.

La historia que nos cuenta Nacho Cano es, según su programa de mano, un fabuloso musical en el que en el que el amor y la amistad nos conquistarán. Pero desde mi particular punto de vista, la historia tiene un elemento mucho más interesante y poderoso que le mantiene: la persecución de los sueños e ideales de los personajes principales. El montaje tiene como punto de partida la inquietud irrefrenable de dos amigos que quieren triunfar en el mundo de la música. Vicisitudes, obstáculos y dificultades se cruzan en el camino de los protagonistas. Amores y desamores, oportunidades, triunfos y sinsabores. Experiencias nuevas y un mundo nuevo para dos provincianos que llegan al Madrid de los años 80 en plena movida. Y todo esto aderezado, claro está, con las canciones del grupo Mecano.

La historia de este musical nada tiene que ver con el grupo de los hermanos Cano afortunadamente, sino que intenta acercarnos más concretamente al mundo de esa década tan importante en la vida musical y social de nuestro país. Es también un homenaje a todos esos artistas que defendieron sus ideales dentro del contexto de esa naciente e inmadura democracia que a algunos les tocó vivir muy de cerca.

El envoltorio técnico de luces y sonido es impecable, y la mayoría de cantantes, actores y bailarines asumen el espectáculo con absoluta entrega. Un espectáculo en el que el público resiste muy bien pese a su larga duración y en el que el ritmo no decae en absoluto. Jaleados casi en todo momento por unos espectadores también entregados y generosos, la obra quizás tiene su más evidente flaqueza en las interpretaciones y en la mínima y elemental tarea de vocalizar un texto nada difícil y que desafortunadamente se perdía por momentos; a veces por algunas falsas voces que pretendían ser graciosas, y otras por el fallido ejercicio de articular bien las palabras y a pesar incluso de la utilización de micrófonos.

Desafortunadamente una de las consecuencias del uso de dicha tecnología es que, dejando a un lado lo explosivo de las coreografías, la expresividad corporal de los actores es casi nula. Entendamos que expresión corporal no es derroche de energía simplemente, sino una energía muscular bien proyectada y matizada de forma lógica dentro de una situación teatral. No está de más comentar que no era necesario meterse en el bolsillo al público con referencias tan tontas relacionadas con nuestra ciudad y pueblos de la provincia; pero en fin, por las reacciones de los presentes, no cabe duda que éste es el tipo de montajes que gustan y llenan los teatros.