Gadafi irrita a los italianos con un gesto anticolonial
Inicia una histórica visita a la antigua metrópoli que ocupó Libia ejecutado
| CORRESPONSAL. ROMA Actualizado: GuardarMuamar Gadafi bajó ayer del avión en su primera visita a Italia, considerada histórica porque supone la reconciliación desde la ocupación colonial de Libia, y de inmediato saltaron al ojo dos detalles raros. El coronel, de por sí pintoresco y rodeado de su guardia de amazonas, ostentaba en el pecho una foto en blanco y negro, con marco y todo, como una medalla más. Detrás le seguía un anciano con túnica blanca que caminaba a duras penas. La foto representaba el momento de la captura de Omar al-Mukhtar por las tropas fascistas en 1931, el famoso 'león del desierto', el líder de la resistencia libia que fue ahorcado en público. El anciano era su último hijo.
Gadafi, que plantó su jaima en el parque de Villa Pamphilij -aunque durmió en el lujoso palacio del recinto-, se paseó todo el día con la foto en la pechera y de esta guisa abrazó al primer ministro, Silvio Berlusconi, en el aeropuerto y saludó luego al jefe de Estado, Giorgio Napolitano. Ambos hicieron como que no la veían, pero en Italia se armó un buen revuelo por lo que se considera una provocación.
Baste pensar que una película sobre Mukhtar filmada en 1981, con Anthony Quinn como protagonista, fue prohibida en Italia por ofensas al Ejército y no se ha estrenado ni en televisión. Lo hará hoy un canal privado. Las barbaridades de la Italia de Mussolini en Libia, desde el primer uso de armas químicas a los campos de concentración, son un tabú nacional, mezclado con el trauma de la expulsión de la colonia italiana -35.000 personas- cuando Gadafi llegó al poder en 1970.
El líder libio empezó así una visita de cuatro días que ya era polémica y aún puede degenerar. Para toda la oposición, desde el Partido Radical de Emma Bonino, el primero en poner el grito en el cielo, al PD, el partido del ex magistrado Antonio di Pietro (IDV) y los democristianos de UDC, es una vergüenza que se prodiguen honores y adulaciones a un dictador que no respeta los derechos humanos y que hasta hace nada era un apestado internacional por ser uno de los principales patrocinadores del terrorismo mundial.
Tratado de amistad
El momento más controvertido es el discurso que pronunciará en el Senado, que sólo se ha abierto en el pasado al rey español Juan Carlos I y al entonces secretario general de la ONU, Kofi Annan. La diplomacia es curiosa: hace sólo año y medio no se autorizó al Dalai Lama intervenir en la Cámara alta y hubo una desbandada general de políticos, que huían de él porque la consigna era no desairar a China. A última hora de ayer, con amenazas de huelga de hambre de diputados radicales, se decidió anular la visita de Gadafi a la Cámara de sesiones y trasladarla a una sala secundaria.
Berlusconi no repara en concesiones para ganarse la confianza de Gadafi por el suministro de gas y, ahora, porque es decisivo para cerrar desde el origen las embarcaciones de inmigrantes ilegales. Por eso firmó en agosto de 2008 un sorprendente tratado de amistad por el que Italia pagará a Libia 5.000 millones de dólares (casi 3.600 millones de euros) en veinte años en concepto de «reconocimiento completo y moral de los daños infligidos en la época colonial».
Tras ese gesto, el viaje del mandatario norteafricano a Roma supone la definitiva reconciliación, en una relación plagada de momentos de tensión, desde la tragedia del avión derribado en Ustica al ataque con misiles a la base estadounidense de Lampedusa. «Saludamos a esta generación de italianos por haber resuelto con extrema valentía las cuestiones del pasado. Ahora somos amigos», manifestó Gadafi. Pero los italianos tuvieron que tragarse ayer la foto.
luciendo la
foto de un líder de la resistencia