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El naufragio laborista ahoga a Brown

| CORRESPONSAL. LONDRES Actualizado: Guardar
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El primer ministro británico, Gordon Brown, se reunió anoche con el grupo parlamentario laborista en una atmósfera de consternación por los peores resultados en unos comicios en los últimos ochenta años, pero con la convicción de que no habrá una moción de los setenta diputados necesarios pidiendo la apertura de una elección interna para cambiar de líder. Tras las rebeliones de los últimos días, la debacle electoral forma un dique para que la revuelta contra Brown se desborde. Si deciden desbancarle, estarían abocados a unas elecciones anticipadas, en octubre como muy tarde. Y, tras la catástrofe de los comicios europeos, el mal menor es que el partido espere algunos meses más.

Los laboristas obtuvieron el 15,7% de los sufragios, siete puntos porcentuales menos que en las europeas de hace cinco años. Quedaron como el tercer partido, por detrás de los conservadores (27,7%) y del UKIP (Partido por la Independencia de Reino Unido), que logró el 16,5% y dos puntos por encima de los liberal-demócratas. El Partido Laborista cedió más de doce puntos porcentuales en Gales, donde los conservadores no habían ganado desde 1918, y pierde en Escocia por segunda vez frente a los nacionalistas del Partido Nacional Escocés (SNP), esta vez con una diferencia de más de ocho puntos. Y son los quintos en las circunscripciones del sudoeste y del sudeste de Inglaterra.

La lectura detallada de los resultados arroja aún mejores noticias para los conservadores de David Cameron, que nacionalmente aumentaron un punto con respecto a los comicios de 2004. En las regiones donde se concentran las llamadas circunscripciones marginales, los 'tories' obtienen sus más gratificantes victorias. Las marginales son circunscripciones de las elecciones generales domésticas en las que la diferencia entre los dos primeros candidatos en el último voto fue pequeña. Aunque las europeas se disputan en circunscripciones regionales más amplias, los muy buenos resultados conservadores en las regiones centrales en estos comicios confirman que el activismo 'tory' en estas áreas, donde están concentrando sus esfuerzos, mueve al electorado decisivo para ganar el poder en Westminster.

Los laboristas aparecen en estos momentos como una bestia malherida, con un número decreciente de militantes, confusos por la deriva del partido bajo Tony Blair y Gordon Brown, divididos en torno a la continuidad de su líder y que, en elecciones municipales sucesivas, han perdido cientos de concejales y estructuras de poder local que son esenciales para la organización de futuras campañas. Ante ese cuadro, Brown continúa bajo la sospecha de que el partido ha llegado en los últimos días a la convicción de que es mejor dejar que el primer ministro intente reformar el sistema parlamentario y contener el descrédito causado por la saga de los gastos injustificables facturados al erario público para sufragar las segundas viviendas.

Acumular fuerzas

Y, sobre todo, con la esperanza de que haya síntomas de recuperación económica en el segundo semestre de este año. En esas condiciones, los 'rebeldes' podrían acumular las fuerzas necesarias para iniciar, sin contemplar el inminente suicidio, el procedimiento de cambio de dirigente antes de las elecciones generales que han de celebrarse en un año.

Los conservadores de David Cameron saben que nunca en los últimos casi veinte años han estado tan cerca de ganar unos comicios domésticos. Si se produce la victoria, el líder 'tory' tendrá que resolver el problema heredado de su triunfo de ayer. Sus 25 nuevos eurodiputados no formarán parte del Partido Popular Europeo.

Esperan formar, con grupos variopintos de otros países, una nueva alianza parlamentaria unida en la idea de contener la deriva federalista que está tomando la UE. Pero será la primera vez que un partido británico en el Gobierno no tenga un entendimiento en Bruselas con los principales partidos que gobiernan en los grandes países europeos.

El UKIP se ha convertido en una fuerza popular entre los electores británicos. Cerca de un cuarto de la población, si se cuenta un pequeño porcentaje que sigue votando a los 'tories', se manifiesta en estas elecciones por la retirada de la UE. Y el desplome de los laboristas permite que, con un mínimo aumento de votos en el cómputo nacional, el fascista Partido Nacional Británico envíe por primera vez dos diputados a Bruselas.