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MUNDO

La caída del SPD pone en peligro al Gobierno alemán

Con los el partido británico debate si mantiene a su líder en el poder o llama a la rebelión

ENRIQUE MÜLLER GERARDO ELORRIAGA
| CORRESPONSAL. BERLÍNActualizado:

La prensa alemana utilizó ayer una sola palabra para calificar el resultado que obtuvo el Partido Socialdemócrata en las elecciones europeas: debacle. Pero pese a ser el peor de toda su historia moderna, el presidente del SPD, Franz Müntefering, intentó convertir la derrota en una «gran oportunidad» para imponerse en las próximas elecciones generales del 27 de septiembre. Enmascarado bajo una expresión de jugador de póquer, Müntefering compareció ayer ante la prensa para justificar el raquítico 20,8% de votos con el que el electorado castigó a los socialdemócratas.

Su líder admitió que el resultado era «decepcionante» pero aseguró que no podía ser calificado como un aviso para las generales debido a la gran abstención. «Hemos tenido un problema con la movilización de nuestros votantes, pero la mayor participación en las legislativas supondrá una gran oportunidad para el partido», dijo Müntefering. «El 27 de septiembre será completamente diferente», prometió.

Angela Merkel, en cambio, prefirió utilizar la fría realidad de los números para disimular la pérdida de votos que sufrió su partido, la CDU, pese a lograr la victoria. «Nos separan 17 puntos del SPD y es una diferencia sensacional», señaló la canciller, al insinuar que el 37,9% de los votos que obtuvo la formación democristiana y la CSU de Baviera, sumados al 11% del Partido Liberal (FDP), reforzaba sus esperanzas de formar una coalición de centroderecha.

«Las europeas han marcado una tendencia que queremos aprovechar para las legislativas», apuntó la jefa de Gobierno. «Tenemos una buena posición de partida para los próximos 110 días», añadió. Pero si los medios destacaron el hundimiento del SPD, también concluyeron que la primera lectura de los comicios hacía predecir el fin del gobierno de gran coalición y la formación de una nueva alianza entre los partidos democristianos y el FDP.

peores resultados

en 80 años,

El primer pulso llegó el pasado 19 de marzo, cuando tres millones de franceses salieron a la calle para protestar por la política social anticrisis del Elíseo. El segundo tuvo lugar el pasado Día del Trabajo y reunió trescientas marchas que protestaban por los 440.000 empleos perdidos a lo largo del año en el país vecino. Tan sólo un mes después, en el tercer envite, Sarkozy ha devuelto con creces el golpe, al demostrar que conserva el crédito obtenido en su victoria presidencial del 2007. Su victoria en las elecciones europeas es inapelable.

No se han producido sorpresas en París y, como preveían las encuestas, la victoria de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), el partido gubernamental, ha rondado el 30% de los sufragios, casi diez puntos más que los logrados en los pasados comicios al Parlamento de Estrasburgo. El balance se mantiene fiel a la tónica general en buena parte del continente, especialmente en los estados grandes.

El triunfo conservador ha sido unánime desde Portugal a Alemania, consolidando a formaciones en el poder y alentando las esperanzas de la oposición de derechas. Sin embargo, este triunfo es matizable. Como también ha ocurrido en Berlín o Roma, el gozo del presidente francés se nutre, sin duda, de méritos propios, pero también de notorios deméritos ajenos. A ese respecto, el fracaso socialista resulta memorable. El mismo partido que disputó la segunda vuelta a 'Sarko' ha alcanzado un paupérrimo 16,48% de los votos, una cota que pone en tela de juicio la capacidad de Martine Aubry, su máxima responsable, para volver al Ejecutivo.

Incluso ella misma ha reconocido expresamente la falta de credibilidad de su propuesta y la división interna. «Recogemos los resultados de los últimos años», ha confesado, aludiendo de este modo a las luchas intestinas y su impotencia para ofrecer al fin una imagen sólida.