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«¡Preséntense con nombres y apellidos!»

| COLPISA. BAKÚ Actualizado: Guardar
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«Me llamo Pepe Reina; yo soy Sergio Busquets; y yo Raúl Albiol». No era un juego de palabras, ni un acertijo, ni un anuncio, ni nada por el estilo. Simplemente, la atónita respuesta de los internacionales españoles a la solicitud de un periodista azerbaiyano. «¡Preséntense con nombre y apellidos!», les requirió, sin rubor alguno, en una conferencia de prensa surrealista que demostró lo poco que ha calado el fútbol en esta república euroasiática.

«¡Hay que documentarse!», espetó el guardameta del Liverpool, mezcla de sorpresa y malhumor. Bakú debe de ser uno de los pocos lugares del mundo donde la calva del portero español no llama la atención o donde tampoco ha calado la figura de Sergio Busquets, el descubrimiento de Guardiola que disputó como titular nada menos que la final de la Liga de Campeones. Y el central del Valencia, pretendido por el Real Madrid de Florentino Pérez, no acaba de aterrizar en este negocio.

Preguntas sintomáticas que invitan a una reflexión de la FEF. Por muy famosos que sean los protagonistas, qué tal si se coloca un cartelito con el nombre del ponente, algo que ocurre hasta con los jefes de Estado. Pero en el mundillo del fútbol existe un problema añadido. Hay tal aglomeración de productos publicitarios encima de la mesa que hallar un hueco es casi como encontrar una aguja en un pajar. Quizá encima de una botella de zumo de naranja, o de agua, o a modo de sombrero en el enjambre de micrófonos, o como subtítulo de una marca de coches...

No menos kafkiano resulta observar las enormes dificultades que sufren los periodistas extranjeros para hallar algún colega español que pueda explicarse con soltura en inglés, alguna excepción que confirme la regla de los torpes. Cuando aparece algún desconocido con un micrófono se inicia la huida. «¿Do you speak english?». «No», o como mucho, «a little». Respuestas que sonrojan por más que hasta presidentes del Gobierno y jefes de la oposición estén peleados con la lengua de Shakespeare.

Definitivamente, el gozo de los azerbaiyanos acabó en el pozo cuando intentaron que Del Bosque mencionase a alguno de los mejores futbolistas locales. Al seleccionador no le dio tiempo esta vez de aprenderse la lección. «Les he visto siete veces, son agresivos, incómodos, organizados en defensa...». Sí, sí, los tópicos están muy bien pero ¿a quién conoce?, le insistían. «Hay tres brasileños adoptados, un delantero yugoslavo». Sonreía el seleccionador. Pero pasó un mal rato. Hasta el bigote se le puso colorado.