«El fútbol es cultura: pensar con la cabeza y jugar con los pies»
«Desde su pasión, el aficionado futbolero dice 'hemos ganado', como si fuera tu cuerpo parte del club, y eso es lo grande de este deporte»
| MADRIDActualizado:El balón está hecho de cuero. El cuero procede de las vacas. Las vacas comen pasto. «¡No me caguen la vida y echen el cuero al pasto!». Tres gambetas y una rabona porteña, lapidaria, del más grande. Don Alfredo picaba con compresor. Y serpenteaba, eléctrico, estremeciendo al estadio. Nos recibe con exquisita cortesía en el Coliseo blanco. Pasamos la vieja al maestro, a la Saeta.
- ¿Qué le debe a la vieja don Alfredo?
- No hay madre como la de uno. Mi «vieja», mi madre, me hizo nacer. La pelota, la vieja, me hizo crecer. Las amo: «Gracias, vieja».
Di Stéfano, como en la letra que Manuel Picón le escribió a Garrincha, lleva la vieja atada al pie, como una luna al flanco de un jinete. La ha jugado tan suave, tan corta, tan bella, que el balón ha sido palomo de comba en el vuelo. La ha tocado tan justa, tan leve, tan queda, que la limpió de barro y la colgó del cielo. Y se estremecía la gente. Y lo ovacionaba la gente. La llevaba unida al pie como un equilibrista a la muerte, la escondía, no se la veía, le infundía magia y vida, y luego la devolvía, y se escapaba, la engañaba, la dejaba, la quería, y la pelota le perseguía, le celaba, le hería; y se juntan, y danzan, y grita la gente; y se abrazan, y danzan, y ruedan por entre las redes. Y se estremecía la gente. Y le ovaciona la gente. Todo el campo cabía en sus zapatos. La cancha nacía de sus pies, y desde allí crecía y crecía...
- En España se le ama. ¿Qué le debe Di Stéfano a España?
- Como si hubiera nacido acá, donde llevo muchos más años que en Argentina. Yo no me puedo quejar, me recibieron muy bien y seguimos subsistiendo aquí porque es nuestra casa ahora. Y no hay motivo para regresar allí porque los hijos están acá, ¡pero bueno...!
- Un año después, el Barcelona, que negocia con River Plate, y el Madrid, que lo hace con el Millonarios, se lo disputan. Di Stéfano se entrena en Can Barça, luego no le dejan. Una resolución determinó dos años para cada equipo, y los azulgrana renunciaron a sus derechos. Y en 1953 un ángel rubio se posaría sobre el verde del Santiago Bernabéu.
- Salí de Barcelona a las 10 de la noche, y llegué en tren a Madrid a las 10 de mañana. Dejé a mi familia en el hotel, fui a la revisión médica, firmé el contrato, y todo sobre la marcha. No sabía que había partido a las 3 de la tarde. El rival, el Nancy. Marqué de cabeza.
- Siempre respetó al respetable.
- Indudablemente. Si no fuera por el público no existiríamos. Nos divertiríamos en cualquier terreno, en la calle... pero el espectador es el que paga la entrada, y el que pone y saca jugadores. Lo fundamental es una buena hinchada que sepa ver fútbol, apreciarlo. Y el Madrid ha tenido buen ojo en esa época.
- Y un compañero solidario, colectivo, no individual, como ha sido usted. Di Stéfano hizo mejores a sus compañeros: bajaba a arropar, auxiliar... subía, defendía, atacaba...
- Y de ellos hacia mí. Yo colaboraba con el equipo. Era mi característica de juego. Había algunos que iban a finalizar, otros a romper, los de más allá a crear, y yo tenía la misión de conectar con el medio campo. Y después, estar más adelantado para el gol. Un tío con el 9 tiene que estar cerca del área.
- Pero nunca jugó un Mundial.
- Estuve lesionado en la columna.
- ¿Fue una desilusión?
- ¡Normal! Una de las conquistas de la vida es llegar a jugar una Final de algo. Y en la Copa del Mundo de Chile en 1962 no pude jugar.
- Con sus goles de todos los colores España saboreó la miel mundialista.
- ¡Gracias a mí no; al equipo
- Si usted hubiera jugado ese Mundial España habría llegado más lejos.
- Eso nunca se sabrá. España tenía un gran equipo. Al faltar mis movimientos los hizo otro muchacho, y no es que actuara peor, sino que las características eran diferentes, y se modificó el conjunto. Pienso muchas veces que el técnico se apresuró conmigo. Quería que me entrenara, que me entrenara y que me entrenara, y yo lo que tenía que haber hecho era descansar 15 días.
- A usted, Pelé, Cruyff y Maradona se les considera los cuatro mejores jugadores de la Historia por décadas: 50, 60, 70 y 80. El quinto jinete de este Apocalipsis balompédico sería Zidane en los 90. ¿Está de acuerdo con estas generaciones?
- Para nada. Según el equipo. Si vos juega en un 11 que es una milonga no va a estar a la altura de un equipo que juegue bien. El fútbol son asociaciones colectivas.
- Cesc, Xavi, Iniesta, Senna y la magia de los superhéroes bajitos...
- En el fútbol, la altura no tiene nada que ver; en el baloncesto, sí. El equipo del Barcelona lo ha hecho muy bien y es el que está prácticamente jugando en la selección.
- ¿Ve a España con posibilidades de ganar el Mundial de Suráfrica 2010?
- Tiene competitividad, ¡cómo no!
- Y la Argentina de la mano de Dios y de Leo el Messi(as), también.
- Están muchos países, y equipos europeos. ¡Es un campeonato!
- Don Alfredo, usted es el patrón de la Asociación de Veteranos del Real Madrid. ¿Cómo surgió la idea de cuidar a los jugadores que lo dieron todo por el Madrid?
- Veíamos gente que no terminaba de jugar, había decaído en sus clubes y andaba mal. Le contamos al club la historia y dijo que sí, y fenomenal: recaudamos dinero para los muchachos que no andan económicamente bien; si morían a su viuda le pasamos un dinero. Ayudamos. La palabra es ayudar.
- Un gesto admirable, noble: ser agradecido hacia quien te lo ha dado todo.
- El compañerismo viene de ahí. Algunos han jugado con nosotros. Si nos ayudábamos viviendo, ahora que estamos muriéndonos no viene mal, ¿verdad?
- Y a quien te ha hecho crecer como persona y como futbolista.
- Era el hobby, y de un hobby se hace una profesión.«¡Qué suerte tienen ustedes, que vienen tiempos modernos!», nos decían. Y ahora decimos lo mismo: los que vienen tienen una suerte bárbara de que haya más aficionados
- El intelecto no se ha divorciado del músculo. El fútbol es cultura.
- Bueno, algo tiene. Pensar con la cabeza y jugar con los pies. Yo no quiero criticar ningún deporte porque me gustan todos, pero algo tiene que tener el fútbol cuando la gente se acerca a él. A veces, despóticamente, dicen: «¡Es que dan patadas a la pelota!». No, patadas no; la acarician, la juegan, la amasan. Desde esa pasión futbolera el aficionado de un equipo dice: «Hemos ganado». No que han ganado los jugadores, sino que «¡hemos ganado!», como si fuera tu cuerpo parte del club. Eso es lo que tiene de grande el fútbol.