cartagena, espectacular, a hombros
| MADRID Actualizado: GuardarTardó en dar alegrías la corrida de murubes de Luis Terrón. El quinto toro hizo amago de saltar como tantos murubes legítimos y de los buenos. Con un son y una fijeza que no había sacado ninguno de los cuatro jugados por delante. El sexto, de nombre Bondadoso, fue de una nobleza extraordinaria. Y se acompasó, además, con el tranco celeste que tanto place a los caballos de rejones. Y a los rejoneadores. Ese sexto toro se lidió bajo mansa lluvia. Pues el ritmo de esa lluvia en calma tuvo el toro, que fue bravo: no se dolió al castigo, y fue severamente castigado, tuvo la prontitud dócil del toro encastado y bueno, y no pegó ni un cabezazo ni una sola cornada. Sergio Galán tuvo el detalle de aplaudirlo cuando el toro agonizaba.
Se arrastró sin las orejas el quinto tras una exhibición de Andy Cartagena: piruetas y violines, juntos o por separado, Muy espectacular. Francamente bueno el dominio del toro, de sus terrenos y momentos. Seguridad de torero sabio. Dos caballos bien domados y puestos: un Maravilla tordo vinoso, que se deja llegar mucho, y un Júpiter tordo rodado que galopa de costado con ritmo seguro. Una estocada espléndida cobrada al segundo intento hizo rodar sin puntilla al toro.
Sergio Galán entró con dos de sus mejores monturas: una yegua Habanera luso-árabe que torea de salida con valor y temple y un tordo Ojeda que en poco más de dos temporadas se ha puesto al nivel de los grandes. Con Andy se había calentado ese público candoroso siempre de los rejones. Con Galán todavía más, porque en Madrid Sergio aporta público propio, la gente de Tarancón, que lo quiere, celebra y sigue como a hijo predilecto. En ese calor de la gente parece sentirse inspirado Sergio. Y atrevido: para, con Vidrié, prender en los medios a dos manos el par más difícil de la tarde y de la feria, de altísimo riesgo, de acierto supino, de asustar al miedo y de poner a la gente de pie. Tanto Andy como Galán abusaron de las ayudas de capa a cargo de los auxiliadores y sobre estos cayeron broncas menores.
Antonio Domecq hizo, en clásico, lo más torero y refinado de la tarde. Excelente en banderillas el tordo Ruiseñor. Preciosos los caracoleos con un veterano Quilla tordo A esa primera faena tan notable de Antonio Domecq, que es el jinete perfecto, le faltó acierto en el remate con el rejón de muerte. El cuarto fue el más distraído de la corrida, pero Antonio supo encontrar la manera de clavar. El segundo fue poquito toro, terciado. El tercero, de brusco genio, fue el más difícil de los seis. Galán le anduvo seguro, le aguantó arreones, clavó con tino, arriesgó. Y gustó a todos.