Euro ¿pa qué?
Actualizado: GuardarConoce usted a alguien a quien le gusten las campañas electorales? ¿No? ¿Seguro? ¿Es posible que la que no le guste sea la campaña que hace el partido al que no vota? No me diga, si es usted votante del PSOE, que no le pone que ZP atice a la derechona carca y rancia; y no me diga, si es usted votante del PP, y vive con el sinvivir de que España se va a romper en pedazos pasado mañana, que no le reconforta escuchar decir a Rajoy que él no va a permitir que ZP acabe con España, que es exactamente lo que usted piensa que está haciendo ZP.
De ser cierto que las campañas electorales no le gustasen a nadie, no tenga duda de que se harían de otra forma. Pero la verdad es que a los que votan al PSOE, les gusta la campaña de éste y otro tanto ocurre respecto de los votantes del PP. Tan cierto como que el marketing político es el mas pensado y elaborado de todos los marketing del mundo mundial, porque es mucho lo que se juegan, nada menos que alcanzar el poder. Por eso, en buena lógica, el criterio para medir la calidad de una campaña, será el grado de rechazo que despierte en los votantes del otro partido, porque lo que sería una sin razón es que la campaña del PSOE, pudiera gustar, auque solo fuera un poco, a los votantes del PP.
Concretamente de esta campaña electoral al Parlamento Europeo ¿de qué nos hemos enterado? Pues los votantes del PP de que ZP utiliza aviones del ejército para asistir a los mítines y, para consumo andaluz, de que Chaves le consiguió una subvención a la empresa de su hija. Por su parte, los votantes del PSOE saben que hay unos cuantos políticos del PP envueltos en un caso de corrupción y que Camps usa más trajes de los que usted tendrá en toda su vida, sin que se sepa muy bien quien los ha pagado. ¿Tiene esto algo que ver con Europa? Obviamente no, circunstancia que no ignoran quienes han diseñado la campaña de cada partido, que tienen claro que si presentaran una en la que sólo se hablara de Europa, el domingo irían a votar los familiares y allegados de los candidatos, como máximo.
Tampoco conviene olvidar que lo que realmente mueve a votar a muchísima gente es el miedo: al cambio, para los que lo hacen a favor de los que gobiernan, y a que todo siga igual, para los que lo hacen en contra. En consecuencia, el PSOE lo empleará para movilizar a una legión de votantes socialistas, descontentos con la política económica de ZP, a los que debe convencer de que su voto es imprescindible para salvar la democracia. Mientras que para los votantes del PP el hilo argumental no es tanto el miedo, como la amenaza apocalíptica de que todo va mal y puede ir aún peor.
Pero ¿Qué pasa con el millón largo de españoles que están dispuestos a cambiar el sentido de su voto de una elección a otra, guiados por el atractivo de un programa o simplemente por la percepción de que es conveniente cambiar para mejorar? Pues no parece que las campañas vayan dirigidas a ellos y sin embargo son los que van a resultar decisivos a la hora de decidir el ganador.