Una mujer se dispone a votar en el colegio instalado en una caravana en Biggin. / REUTERS
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Brown se prepara para recibir un severo castigo en las urnas

| CORRESPONSAL. LONDRES Actualizado: Guardar
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'Gordon Brown encerrado en su búnquer', 'La conspiración a través de Hotmail', 'La rebelión no ha hecho más que comenzar' o '¿Hará Darling a Brown lo que Howe hizo a Margaret Thatcher?'. Ésos eran algunos titulares de los medios británicos ayer, mientras la población acudía a los colegios electorales.

El voto para elegir a 2.300 concejales y alcaldes en diferentes distritos regionales y eurodiputados en el Parlamento Europeo se convirtió inevitablemente en un nuevo episodio de la cadena de escándalos sobre la facturación fraudulenta de gastos por los políticos británicos y sobre la crisis en torno al liderazgo de Gordon Brown.

Sobre el primer aspecto preocupa en particular las consecuencias que tendrá la abstención. Algunos sondeos, cuya fiabilidad es baja, decían que sólo votaría el 25% de la población censada. El voto en las europeas ha sido tradicionalmente bajo, pero se compararán porcentajes para calibrar si se ha extendido el descrédito.

Y se medirá el castigo que los electores aplican a los laboristas y a Brown. El problema para quienes esperan que una debacle electoral laborista desencadene más peticiones para que el primer ministro se vaya es que el punto de partida es lo suficientemente bajo como para que pueda guarecerse con excusas sobre el pasado.

Pero la conspiración no tiene siquiera un portavoz público desde los escaños. Los medios recurren a la voz de Lord Falconer, que rehusó a las peticiones para avalar a Brown como futuro líder, para alimentar la idea de un golpe palaciego. Falconer, compañero de piso de Blair y luego su ministro, es un hombre sin vinculaciones históricas con el laborismo e impopular en el grupo parlamentario.