El ex presidente del Gobierno José María Aznar, en el ciclo sobre la Transición organizado por la Universidad San Pablo CEU. / JAIME GARCÍA
ESPAÑA

Aznar se cuela en la campaña y recrimina a los partidos el bajo nivel del debate

Dice que la reforma del aborto supone «retroceder en el camino de la civilización» y urge a recuperar las bases de la Transición

| COLPISA. MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Jaime Mayor Oreja quería convertir a José María Aznar en una referencia de su campaña electoral para reivindicar su trayectoria y presentar un PP unido y leal a su pasado inmediato. Arrancó su campaña con una foto del primer gobierno popular e invitó a sus componentes a participar en la actividad electoral. Pero los responsables de la campaña rebajaron sus pretensiones y proyectaron un único acto del candidato con el ex presidente antes del pistoletazo de salida. Ni siquiera Mariano Rajoy le cita explícitamente en sus mítines. Sin embargo, Aznar logró colarse ayer en la campaña con una bronca a los partidos por el contenido de su debate.

«El nivel general de la política en este país es manifiestamente mejorable», dijo el ex presidente en el transcurso del coloquio tras su conferencia sobre Las bases éticas de la democracia en Occidente, donde aprovechó para hablar largo y tendido sobre asuntos de actualidad.

Sus reproches a los partidos fueron generales y sin exclusión alguna, ni siquiera la de las siglas a las que pertenece. «Hemos llegado a niveles en el debate político más que preocupantes», denunció y se quejó de que cualquier «idea que sitúe su vuelo por encima de este rasero, hoy por hoy, no tiene circulación». Pero también elogió las «grandes cualidades» del presidente del PP y dijo sentirse representado por Mariano Rajoy.

Ante la ausencia que detecta de debates «serios» sobre «cosas importantes», planteó sus tesis sobre la legislación del aborto, que coinciden con las que Mayor Oreja sostiene en la campaña electoral. para Aznar, la nueva legislación supone «retroceder en el camino de la civilización» al considerar el aborto un derecho de la mujer. El dirigente popular confesó que tampoco está de acuerdo con la ley actual que despenaliza la interrupción voluntaria del embarazo -«yo no la hubiese hecho, no me gusta»- y recordó que votó en contra cuando se aprobó en el Parlamento, pero explicó que no la cambió cuando llegó al poder porque quiso ser «un gobernante prudente» ya que existía un consenso que no le pareció conveniente quebrar.

Lo que no mencionó fue que su decisión de mantener la ley del aborto en los mismos términos fue previa a su llegada al poder. Nada más convertirse en líder del PP, en las primeras elecciones de 1989, pasó página de la beligerancia de AP contra la legislación del PSOE, y anunció en la campaña electoral que no tocaría la ley del aborto. Compromiso que cumplió cuando ganó las elecciones en 1996. Para Aznar, la reforma que ahora plantean los socialistas rompe el consenso existente «por conveniencia electoral» y «táctica política». Tildó de «iletrada», sin citarla, a la ministra de Igualdad, Bibiana Aido, y desacreditó también al titular de Educación, Ángel Gabilondo, por dudar que un feto de pocas semanas sea un ser humano.

Por respeto a la jornada electoral se negó a responder a una pregunta sobre los atentados del 11-M y explicó que sólo dispone de la información que trasladó al Congreso durante las 13 horas que compareció ante la comisión de investigación en 2004. «Eso lo mantengo hasta que tenga algo más que decir pero si tuviera algo que añadir no lo diría 3 ó 4 días antes de las elecciones», explicó.

Prefirió hablar del Gobierno actual y su política exterior para asegurar que la posición de España en Europa «se ha debilitado» e incluso vaticinar que todavía perderá más peso en el futuro porque culpó al Gobierno socialista de «la pérdida del 90% de los fondos europeos».

«Relativismo moral»

Denunció «el relativismo moral» que aprecia en la política europea y en la española en particular y reprochó a José Luis Rodríguez Zapatero que haya «dilapidado el legado de la historia en términos políticos y económicos». Insistió en que los gobiernos socialistas desde 2004 se dedicaron a destruir las bases sobre las que se asentó la Transición, por lo que es necesario «recuperar el legado de esos años que hemos perdido». Consideró «imprescindible» un cambio político para afrontar la crisis económica, pero, siendo una condición «indispensable», dijo que no será suficiente.

Llamó la atención sobre la debilidad del Gobierno central y aseguró que el español es «un Estado residual» en el que no se pueden tomar medidas, como las ayudas a la automoción porque «no existe unidad de mercado». Mencionó las dificultades que, a su juicio, hay en algunas comunidades con lengua propia para que los alumnos estudien en español y pronosticó que los padres tendrán que enviar a sus hijos «a Albacete para que aprendan a hablar bien el castellano». Reprochó al Tribunal Constitucional que no se haya pronunciado todavía sobre el Estatuto de Catalunya cuando ya han pasado tres años de su aprobación, permitiendo así su aplicación. «Hay unos elementos esenciales de un país a los que no se puede renunciar -afirmó- y el futuro no se puede afrontar con un Estado residual ni sin un espíritu como el de la Transición».