«No pudo disfrutar de su nueva vida de casada»
La joven catalana que pereció en el siniestroy disfrutaba de su luna de miel
| BARCELONAActualizado:contrajo
matrimonio hace un mes
Habían celebrado su luna de miel en Brasil. Los recién casados se despidieron en el aeropuerto de Río de Janeiro, pues debían tomar vuelos distintos. Javier partió hacia Dubai, donde debía proseguir con sus obligaciones profesionales. Anna cogió un vuelo hacia Europa para pasar unos días con su familia en Barcelona. No volverán a verse. El final de esta historia ha desembocado en una tragedia. Anna Negra, de 27 años, era pasajera del airbus A330-200 desaparecido en aguas del Atlántico. En el mismo vuelo también viajaban otros dos españoles: Andrés Suárez Montero, ingeniero sevillano de 38 años, y Clara Mar Amado, de 32 años, una de las azafatas de la tripulación que asistía a los pasajeros del Airbus.
«Tenía un carácter muy alegre, era una chica llena de vida, encantadora y feliz». Con estas palabras describía a la joven catalana su tía Isabel Negra. Estaba «felicísima» por su reciente enlace matrimonial, pero «el destino» quiso que no pudiera disfrutar de su nueva vida de recién casada, según narraba ayer Isabel en declaraciones a los medios de comunicación. La familiar de la joven hacía gala de una admirable entereza. «Esto es cosa del destino y hay que afrontarlo, hay que tirar para adelante», explicaba resignada. «Sus padres están tristísimos, pero tenemos que aceptarlo, esto le pasa cada día a mucha gente, ahora nos ha tocado a nosotros, mala suerte».
Anna Negra pertenecía a la célebre familia vitivinícola Raventós, forjada en la comarca catalana del Alt Penedès. Era prima hermana del actual presidente de la empresa, Manel Raventós Negra. Su enlace matrimonial se había celebrado precisamente en las cavas familiares el pasado 6 de mayo. Residía en Dubai desde hacía tres años, donde trabajaba como consultora para la compañía Delta Partners junto a su pareja. Anna y Javier eran «muy queridos» por la colonia española establecida en el emirato del Golfo Pérsico, según explicaba ayer un portavoz de la embajada española de Emiratos Árabes Unidos.
Un amargo aterrizaje
Los amigos del matrimonio residentes en Dubai acudieron al aeropuerto de la capital para recibir al joven, pues querían ser los primeros en comunicarle la funesta noticia cuando éste bajara del avión, que aterrizó anoche.
Andrés Suárez Montes, quien también viajaba en el Airbus desaparecido, vivía en Caracas aunque tenía previsto trasladar su residencia a París. Estaba casado con una venezolana y no tenía hijos. Se había graduado en Ingeniería en la Universidad de Sevilla hacía 15 años con un expediente «brillante», el mejor de su promoción. Su tía describía ayer al joven entre sollozos, como «un chico inteligente al máximo y muy trabajador». La madre, hermano y otros familiares de Andrés se reunieron en Sevilla para compartir el dolor de la pérdida, «así estamos todos juntos y nos acompañamos». Tenían la esperanza de que, con el cambio de residencia, podrían tener al joven «más cerca de casa». La tragedia no lo quiso así.
Entre la tripulación del vuelo de Air France viajaba además una azafata española. Clara Mar Amado había nacido en Málaga, aunque sus padres eran argentinos, por lo que tenía la nacionalidad de los dos países. Había fijado su residencia en Francia. Su familia, quien no había querido que se revelara a los medios de comunicación la identidad de su hija, pidió que se respetara su dolor.