El Gobierno francés homenajea a las víctimas del accidente. / AFP
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El inevitable destino de la familia Badre

Un matrimonio sueco con dos hijos Él llegó a París con su hijo. Ella desapareció con el pequeño

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Precavida al extremo, la pareja no volaba en el mismo avión para no arriesgarse a compartir un accidente. Él cogía un vuelo con su hija y ella otro con el niño, como si hubieran previsto el destino de una tragedia inminente. Él llegó primero a París con la pequeña de 3 años, pero su esposa y el chaval, que habían optado por el Airbus 330 de Air France, nunca aterrizaron en la capital francesa. La sueca Christine Badre Schnabel, de 34 años, y Philipe, de 5, forman parte de la lista de pasajeros desaparecidos en el desastre registrado el lunes de madrugada.

La historia fue confirmada por la madre de Christine al diario sueco 'Expressen' y recogida por la cadena O'Globo brasileña. «No puedo creer que Christine y mi nieto no vayan a volver más, eso es terrible. Hablé con ella antes de embarcar. Estaba llena de vida y era amada por todos», reveló desolada Annika Badre, desde Estocolmo. La familia vivía en Río de Janeiro. Christine era ingeniera civil, había trabajado para la embajada de Suecia en Brasil y luego en la de Noruega. Sus superiores la recuerdan como «extremadamente competente».

El marido, cuya identidad no trascendió, llegó a París el lunes con la niña, horas antes de la llegada prevista del Airbus. El plan era reunirse en la capital francesa y trasladarse juntos a Estocolmo, donde tenían proyectado pasar dos semanas de vacaciones. El padre y el niño aguardaron todo el día en el aeropuerto Charles de Gaulle y finalmente retornaron solos a Suecia.

Pero ésta es apenas una de las historias en torno al avión desaparecido en el Atlántico. Se conoció además la identidad de otro niño, el inglés Alexander Bjoroy, de 12 años, que viajaba con su familia. Un diario de Colombia informó de que una escuela inglesa de Bogotá lo reconoció como un ex alumno (entre 2005 y 2007). Los directivos lo recordaron como un niño «divino, inteligentísimo, alegre y de los más estudiosos». La familia del pequeño partió de Colombia para vivir en Brasil en 2007 y esta semana iba a partir de vacaciones para Gran Bretaña en el fallido vuelo de Air France.

Tres jóvenes médicas irlandesas, Aisling Butler, Jane Deasy y Eithne Walls, íntimas amigas, habían viajado juntas a Río para unas merecidas vacaciones y nunca regresaron. Y tampoco pudieron retornar a Francia diez muy buenos vendedores de la empresa de distribución eléctrica francesa CGED, con sede en Limoges. Los empleados, todos de entre 25 y 35 años, habían ganado una estancia en Río como premio a su dedicación y viajaron con sus cónyuges. Ninguno volvió.

Tripulante brasileño

Otro de los casos que ha causado estupor en Brasil es el de la desaparición del comisario de a bordo Lucas Gagriano, el único integrante brasileño de la tripulación de la nave. Gagriano, de 24 años, vivía en París pero había viajado a Brasil para el funeral de su padre. Al regresar, después de 15 días de permanecer en su país, la nave perdió contacto con tierra y ahora buscan sus restos en el Atlántico. Su madre, que acababa de enviudar, está desbordada por la amargura, admitieron sus allegados.

También desaparecieron el escocés Graham Gardner, de 52 años, y el británico Arthur Coakley, de 61. Este último trabajaba como ingeniero en una firma petrolera en Brasil. Su esposa, Patricia, madre de sus tres hijos, contó que era «un esposo maravilloso». Coakley tenía pasaje para el vuelo anterior de la compañía, pero estaba completo, y lo pasaron al avión que nunca llegó a su destino.

Pablo Dreyfus, un argentino especialista en desarme que vivía en Brasil y trabajaba en la organización no gubernamental pacifista Viva Río, es otro de los desaparecidos. «Aún espero un milagro», comentaba ayer su padre, el publicista Gabriel Dreyfus.

volaba siempre

por separado para eludir la tragedia.