Salvar al gigante
Actualizado: GuardarLa suspensión de pagos formalizada ayer por General Motors para acogerse a la ley de Quiebras de EE UU supone la mayor declaración de insolvencia de una empresa industrial en la historia del país. Tras el fracaso de todas las tentativas para reflotar sus finanzas y para convencer a los acreedores de eliminar el 90% de la deuda no asegurada, cifrada en 27.200 millones de dólares, canjeando los bonos por acciones de la futura compañía, los gestores del gigante automovilístico, de acuerdo con el Gobierno federal, no encontraron otra salida que la quiebra para iniciar un proceso de restructuración. El respaldo de Obama a un plan que ha calificado como «viable y realista», pero que entraña riesgos para el Tesoro, se explica por la necesidad de evitar la liquidación de uno de los grandes símbolos no sólo del sector del automóvil sino del propio capitalismo estadounidense, con 230.000 empleados en todo el mundo. Su hundimiento auguraba daños incalculables para la maltrecha economía norteamericana. Pero para facilitar ese rescate, la Administración Obama tendrá que desembolsar 30.000 millones de dólares que se agregan a los 20.000 ya invertidos en ayudas, además de convertirse en el accionista mayoritario de la nueva sociedad. Una intervención que es temporal pero que significa la práctica nacionalización de la compañía. La suspensión de pagos bajo el aval del Estado permitirá a los gestores afrontar una reestructuración que contempla el cierre definitivo o momentáneo de 14 plantas, la venta de las marcas menos rentables y la supresión de miles de empleos. Pero aunque el Ejecutivo de Obama espera poder ceder en el plazo máximo de 18 meses las riendas de la dirección, una vez estabilizadas las cuentas, es un enigma cuándo podrá recuperar el Tesoro el capital invertido e, incluso, si la fórmula buscada bastará para reflotar la firma. Apoyándose en un sistema dotado de instrumentos legales que agilizan al máximo las declaraciones de quiebra esenciales para salvar la parte más saneada de las empresas, el Gobierno confía en que General Motors reinvente su negocio haciéndolo más pequeño, innovador y competitivo. Pero el éxito final dependerá en buena medida de la evolución de la crisis y de la capacidad de una compañía incapaz en los últimos años de adaptarse a la competencia y al mercado.