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Europa

Felicidad Rodríguez |
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La cita para las elecciones europeas se va acercando y el fantasma de la abstención parece que cobra fuerza. Sigue vigente el pensamiento de Salvador de Madariaga cuando decía aquello de: «Europa es un cuerpo, es un alma también, no es todavía una conciencia». A crear esa conciencia no contribuyen realmente ni la sensación, en muchas ocasiones justificada, de lejanía burocrática de las instituciones comunitarias, ni el planteamiento de las campañas electorales más centradas en el panorama de las políticas nacionales que en los proyectos, retos y desafíos de nuestra política europea común.

La Unión Europea es aún un niño de corta edad al que le queda por recorrer mucho camino. Pero eso ya lo sabían los padres de la Unión. En palabras de Jean Monet: «No unificamos Estados, unimos hombres. Europa no se hará de golpe, se hará a través de realizaciones concretas, creando primero una solidaridad de hecho. Los hombres solo aceptan los cambios por necesidad y no ven la necesidad más que en la crisis. No conozco otras reglas que la de estar convencido y convencer». Efectivamente, tras el horror de la 2ª Guerra Mundial, la crisis y la necesidad hicieron surgir los pilares de la UE, las bases para evitar que volviese a repetirse la historia y para asegurar la paz en nuestras tierras. Pero desde entonces son muchas las realizaciones concretas que Europa nos ha aportado. Aunque no seamos en muchas ocasiones conscientes de ello, Europa está presente en nuestra vida cotidiana y lo está para bien, aún cuando queden muchos aspectos por mejorar y muchos objetivos por alcanzar.

Los Fondos Estructurales han permitido que el principio de solidaridad afecte a todas las regiones de manera que se camine hacia un mismo nivel en toda la Unión. Gracias al Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) todas nuestras infraestructuras han dado un salto cualitativo que no podíamos imaginar hace 20 años; el Fondo Social Europeo ha supuesto una fuerte inyección a los proyectos de formación profesional y de creación de empleo, ayuda no siempre bien gestionada desde nuestra propia casa nacional. Millones de personas en toda Europea se han beneficiado de los programas de educación y movilidad: Leonardo, Grundtvig, Comenius. ¡Cuánto nos hubiese gustado a los de mi generación el haber podido hacer un Erasmus! Los Programas conjuntos de Investigación e Innovación apuestan por la creación de empleo y por nuestra prosperidad y calidad de vida. La UE destinará en los próximos años dentro del 7º Programa Marco de Investigación y Desarrollo Tecnológico, 6.000 millones para investigación sanitaria, a lo que hay que añadir las estrategias europeas en seguridad alimentaria y salud pública. Y así podríamos seguir con un largo etcétera de iniciativas comunitarias.

Es cierto que existen aún muchos problemas y muchos retos: política exterior y de seguridad, mejora de las estrategias de política social, competitividad e innovación, gestión de recursos, y otro largo etcétera. Y para trabajar por todo ello, elegimos a nuestros representantes en la Unión Europea. Ni nosotros ni ellos debemos olvidarlo.