Cirugía sexual
El Gobierno cubano levanta el veto de 'facto' desde 1988 a las operaciones gratuitas de cambio de genitales
| LA HABANA Actualizado: GuardarDespampanante, embutida en una minifalda y un escote de vértigo, con melena rubia y maquillada, hace autoestop en el concurrido malecón habanero. «Soy travesti», dice Joise con un vozarrón que la delata. Sueña con una operación de cambio de sexo gratuita ahora que ya se están haciendo en Cuba.
El proceso es muy largo. No todas las personas tienen condiciones para someterse a esa compleja cirugía. Pero la posibilidad existe. Lo confirmó Mariela Castro Espín, hija del presidente Raúl Castro, directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) y abanderada de la diversidad sexual y de la lucha contra la homofobia.
«Hemos empezado a hacer cirugías feminizantes y masculinizantes con vistas a una reasignación sexual completa en las personas que cumplen con los requisitos de salud establecidos», declaró la directora del Cenesex a la televisión local. No precisó cuántas son. Sólo se conoce la primera, que data de 1988. Los especialistas del Cenesex proporcionan el tratamiento previo, físico -con hormonas- y psicológico, a los aspirantes a cambiar definitivamente sus genitales. De los cien casos que estudian, veintiocho están plenamente confirmados como transexuales y diecinueve de ellos están listos para el quirófano. A ocho la salud no les permite ese paso.
Joise se tapa la nuez con un pañuelo y se queja: «Hay mucha homofobia y mucho machismo en este país. En la tele dicen una cosa, pero en la calle es otra. La misma Policía nos acosa». Mariela es consciente del largo trecho que se debe recorrer. Este mes encabezó la jornada nacional contra la homofobia. «Tenemos que educar mucho más, hay gente que acepta y otra que no. Nos consta por las cartas que llegan» al Partido Comunista, dijo.
No está sola en la cruzada. Ha reconocido que su padre la apoya. Un analista asegura que también le ha pedido que vaya despacio. Igualmente la arropa el presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón. Sin embargo, en los cajones de la Asamblea espera desde hace más de 15 años el proyecto del Código de Familia que, entre otros temas, legalizaría las uniones matrimoniales sin importar el género.
La Iglesia católica ha puesto el grito en el cielo con estas innovaciones «contra natura». Según el cardenal Jaime Ortega, «Cuba ha tocado fondo». Otras personas se quejan de que eso no es fundamental. ¿Con tanta carencias que tiene este país cómo van a priorizar un cambio de sexo?, se pregunta Reinaldo Trujen, trabajador de una base de transporte.
Una desviación
Lo cierto es que la situación de los homosexuales ha avanzado mucho desde el triunfo de la revolución en 1959. Los peores momentos estuvieron asociados a las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), que eran campamentos de trabajo agrícola donde terminaban los gays, religiosos, hippies y jóvenes que por escuchar a los Beatles se consideraban «desafectos» a la revolución.
En los 70 se aplicaron parámetros de exclusión porque se consideraba mal ejemplo. En la siguiente década, la inclinación sexual se manejaba como una «desviación» que impedía pertenecer al Partido Comunista, estudiar una determinada carrera universitaria o mantener un puesto de trabajo de confianza. Hoy eso ya no es problema, hay mayor tolerancia pero aún falta más comprensión.