Cartas

A Pepe, con todo desprecio

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«Una de las dos Españas ha de helarte el corazón» decía Machado y yo creo que con un poco de suerte las dos. Supongo que todos ustedes conocerán y en más de una ocasión habrán tenido que soportar a Pepe. Pepe es el vecino incómodo e impertinente que la sapientísima naturaleza ha ido distribuyendo de manera equitativa -uno por portón- por todos los bloques de viviendas de nuestra llana y abrupta geografía. Si usted reside en una vivienda unifamiliar, tampoco se escapa, porque existe también un Pepe por calle, y si la calle es larga dos o tres. ¿Por qué la naturaleza no los condenó a vivir juntos en un mismo bloque o en la misma calle? ¡Qué lástima de naturaleza y de su gran sabiduría! Cuando la comunidad de vecinos se reúne para adecentar las zonas comunes, Pepe desprecia todo chapú e impone categóricamente: azulejos sevillanos de mensaque a un metro y medio de altura para la entrada y en toda la escalera o deja de pagar la mensualidad. Pepe no sólo nos endeuda para toda la vida, sino que además, no paga la cuota mensual hasta que no le reparen el azulejo que tiene un poco desplomado cerca de su puerta de entrada.

Los centros laborales también tienen su Pepe. Y Pepe, como no podía ser de otro modo, ocupa un destacado cargo dentro de la organización sindical. Si Pepe cree que es de izquierdas, señalará indiscriminadamente de facha, fascista, chivato, pelota, vago, ladrón y borracho a todos los que no pertenecen a su grupo.

Pepe acusa constantemente a todos los gobernantes con los que no se siente identificado, de prepotentes, de dictadores, de insolidarios y de que imponen sus criterios a la fuerza; y no, democráticamente. Pero Pepe en cuanto tiene una pizca de poder -afortunadamente no suele ser más de una pizca- actúa con venganza y con mayor desprecio que los que él denunciaba. Pepe es un infeliz esquizofrénico que no puede contener sus babas de odio, que desea enfermedades irreversibles a los que él cree que ahora son sus enemigos y que antes eran sus compañeros de trabajo. El Pepe militante del PSOE desea cambiarse de nombre para evitar el parecido fonético con el Partido Popular, mientras que el Pepe del Partido Popular se siente orgulloso del parecido fonético. El Pepe del Real Madrid cree que los aficionados del Barcelona C.F. son unos envidiosos y el Pepe del Barcelona C.F. cree que los aficionados del Real Madrid son unos engreídos. Pepe dispara a discreción y no se da cuenta que él es su peor enemigo.

Francisco Rodríguez Apolo.

Cádiz