Un soldado de Corea del Norte vigila con prismáticos la frontera surcoreana. / AFP
MUNDO

Renace el fantasma de la guerra

Pyongyang amenaza a Seúl con «un potente ataque militar» si interfiere en su abastecimiento de armas

| ENVIADO ESPECIAL. YANJI (FRONTERA CHINO-COREANA) Actualizado: Guardar
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Bajo el omnipresente retrato de un sonriente Kim Il-Sung, padre de la patria y caudillo de Corea del Norte, Kim Jong-Il, la vida sigue su ritmo lánguido en Namyang, al otro lado de la frontera con China en el río Tumen. Mientras la parte china es un hervidero de excavadoras que derriban viejas casas y grúas que levantan nuevos bloques de pisos, en la norcoreana apenas se vislumbran un par de campesinos que acarrean abultados fardos de leña para calentarse o cocinar con hogueras por la falta de electricidad y un desvencijado camión cargado de soldados que sube a duras penas una cuesta.

Al tiempo que el pueblo norcoreano sobrevive como puede con cartillas de racionamiento, el régimen pilotado por el Querido Líder Kim Jong-Il sigue tensando la cuerda de su último desafío nuclear y retrocediendo a los años más gélidos de la guerra fría. Ayer, Pyongyang no sólo lanzó por tercer día consecutivo un nuevo misil de corto alcance -el sexto ya-, sino que amenazó con atacar a Corea del Sur y declaró inválido el armisticio que puso fin en 1953 a la contienda entre ambos países, que siguen aún técnicamente en guerra.

Pyongyang reaccionaba así al anuncio de Seúl de unirse a la flota internacional que, promovida por Estados Unidos y compuesta por 90 países, tiene como objetivo luchar contra el tráfico ilegal de armas de destrucción masiva. A su vez, la adhesión surcoreana a la Iniciativa de Seguridad contra la Proliferación de Armas de Destrucción Masiva, considerada un «acto de guerra» por el régimen de Kim Jong-Il, era una respuesta a su ensayo nuclear.

«Cualquier acto hostil contra nuestros buques pacíficos, incluidos los de busca y captura, será entendido como una trasgresión imperdonable de nuestra soberanía y responderemos de forma inmediata con un potente ataque militar», advirtió un portavoz del Ejército norcoreano a la agencia estatal de noticias KCNA, que no descartó escaramuzas fronterizas en varias islas cuya soberanía está en disputa.

Las relaciones entre las dos Coreas alcanza así su peor momento, después que Seúl hubiera logrado avances gracias a su política de diálogo. De esta forma, y a pesar de sus constantes amenazas y de su primera prueba atómica en octubre de 2006, Pyongyang accedió en febrero de 2007 a renunciar a su programa nuclear a cambio de un millón de toneladas de combustible, ayuda humanitaria y reconocimiento diplomático en las conversaciones a seis de Pekín.

Espejismo

En octubre de 2007, Kim Jong-Il celebró una cumbre histórica en Pyongyang con el anterior presidente de Corea del Sur, Roh Moo-Hyun, quien se suicidó el fin de semana al ser investigado por corrupción. De aquel encuentro, similar al mantenido por el 'Querido Líder' y el presidente surcoreano Kim Dae-Jung en junio de 2000, salieron acuerdos de cooperación económica, el establecimiento de una línea ferroviaria entre el Norte y el Sur, y hasta un compromiso para «acabar con el armisticio y alcanzar un tratado de paz permanente».

Pero todo este clima de entendimiento se vino abajo cuando, a principios del año pasado, subió al poder en Corea del Sur el Gobierno conservador de Lee Myung-bak, quien ha condicionado la concesión de ayuda humanitaria a la mejora de los derechos humanos. Además, las dificultades técnicas de EE UU para verificar el desarme nuclear norcoreano han llevado al régimen de Kim Jong-Il a recuperar su agresiva diplomacia atómica. Aunque Pyongyang empezó a desmantelar en junio del año pasado su reactor de Yongbyon, poco después expulsó a los inspectores de la AIEA y luego se retiró de las conversaciones de Pekín.

Según informaba ayer el diario surcoreano Chosun Ilbo, satélites espías norteamericanos han detectado nubes de vapor saliendo del complejo industrial de Yongbyon, lo que podría indicar su nueva puesta en marcha para producir plutonio con el que armar sus entre seis y ocho cabezas nucleares. Corea del Norte persigue obtener una posición de fuerza para regresar a las negociaciones.