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El día más duro del camino más devoto
Las arenas, los mosquitos y el calor pusieron a prueba a los romeros gaditanos en el segundo día de peregrinaje Tras el día de ayer, sólo siete kilómetros separan el Simpecado de la capital de la Blanca Paloma
| ENVIADO ESPECIAL EL ROCÍO EL PUERTO Actualizado: GuardarSegundo día de camino para los romeros gaditanos. Tras realizar la pernocta en el Palacio de las Marismillas y disfrutar de las plegarias y sevillanas de los que decidieron velar la carreta del Simpecado, sobre el manto de estrellas que ayer la naturaleza regalaba a los rocieros de la capital, les ayer tocaba afrontar la etapa más dura de las que conforman el camino de ida hacia la aldea de almonte. Una etapa que se afronta con respeto pero también con ilusión, porque en ella es donde comienzan a forjase los romeros.
A las 8 de la mañana, los primeros hermanos empezaban a salir de sus tiendas de campaña para comenzar a recoger todos los bártulos y emprender de nuevo el camino hacia la Blanca Paloma. Se preveía un día muy duro, ya que la fuerte calor, acompañada del mal estado de las arenas y la presencia de numerosos mosquitos, hacía que se acumularan los factores adversos para los romeros. Un duro camino más la dureza de la naturaleza. A las 11 de la mañana la comitiva comenzaba a formarse, no sin antes realizar una oración por el alma de Jesús Bernabé, hermano de la Asociación Rociera de Guadalcacín, que acompaña a la hermandad gaditana y que el pasado martes sufrió un accidente doméstico que le costó la vida. Las peticiones a la Virgen del Rocío por su alma para que pudiese gozar del descanso eterno en las marismas azules del cielo hicieron que se vivieran momentos muy emotivos.
Retrasos
A las 11.30 minutos José Luis Pérez y su hijo José Luis, los carreros de la carreta, tiraban de las mulas del Simpecado iniciando la marcha de la hermandad, que 20 minutos mas tarde realizó el rezo el ángelus antes de llegar al Cerro del Trigo. Fue entonces cuando la arenas comenzaron a dar mas de un quebradero de cabeza a los romeros, que veían cómo principalmente los vehículos de tracción mecánica se hundían, teniendo que ser remolcados por tractores y, a veces siendo empujados por los propios romeros. Todos demostraron que el espíritu de convivencia cuando se va de romería impera hasta en los momentos mas duros.
La hermandad de Cádiz acumuló aproximadamente una hora de retraso con respecto a los horarios que preveía el libro de ruta del alcalde de carretas, Francisco Javier Gutiérrez. Las arenas impedían marcar ritmo constante provocando que en varias ocasiones la caravana tuviera que detenerse para caminar agrupados y así no desperdigarse. A las 14 horas, la carreta del Simpecado comenzaba a subir la conocida como Cuesta de la Mala Leche, que daba paso al Cerro del Trigo, donde las arenas se mostraban muy duras. Los cuatro mulos que tiran de la carreta tuvieron que realizar un esfuerzo aun mayor para tener que subirla.
Lentamente, la caravana se acercaba a la zona denominada como Carboneras, donde tenía previsto realizar la parada para almorzar junto con las hermandades de Puerto Real y Rota a las 15.45. Media hora después llegaban los romeros que se habían quedado más rezagados.
Debido al retraso y como medida para no acumular más durante la tarde, se decidió por parte del vicehermano Francisco Guersi que la parada fuera ligeramente más corta para así evitar que la noche sorprendiera a los romeros y llegasen sin apenas luz, a la zona de Corral de Félix.
A las 17.30 tenia previsto la hermandad continuar por la zona de los pinares de los cortafuegos, pero la lentitud de la hermandad de Rota que precedía a la de Cádiz obligo a tener que retrasar la salida en casi una hora. A pesar de las inclemencias, nada hacía borrar las sonrisas de los romeros, ansiosos por llegar el mañana a aldea de El Rocío. El temido Cerro de los Ánsares, donde la vegetación escasea y las arenas se hacen aun menos practicables, no impidió que, como un piña, la hermandad superara las dificultades tal y como venían presentándose. El sol poniéndose en el horizonte sobre el manto de dunas blancas ofrecía una de las estampas que en los caminos del rocío se gozan como momentos únicos e incomparables. Era el momento en el que algunos romeros resignados a la dureza de las arenas preferían realizar un rengue encima de una de las dunas y cantar sevillanas para hacer en todo lo que fuera posible mas llevadera la dificultad de seguir hacia el lugar de pernocta.
Finalmente, con una hora y media de retraso con respecto al tiempo previsto, el Simpecado marinero de Cádiz hacia su entrada en el cancelín del Corral de Félix, en tornos a las 21.45 de la noche, dando paso al montaje de toda la acampada gaditana. Los romeros no dudaron en afirmar que había sido uno de los días mas duros de camino que se recuerdan, y eso que la hermandad, con éste de 2009 lleva ya 28 años haciendo El Rocío.
Aun así, después de un día bastante duro, todavía quedaba por salvar un escollo. Algunos romeros de la hermandad de Rota ocuparon el lugar de acampada reservado para los romeros gaditanos, teniendo éstos que esperar a que los rocieros roteños desmotaran su acampada y buscasen el lugar donde les correspondía para pasar la noche. Un día bastante completo, pero cargado de momentos que quedaran guardados en la retina de los romeros, que ya están más cerca de cumplir su sueño.
Como cada noche, los hermanos se volvían a concentrar alrededor de su Simpecado para proceder a realizar el rezo del Santo Rosario. Se notaba el cansancio, ya que fueron muchos menos hermanos los que acudieron con respecto a la noche del martes en Marismillas. A pesar de todo, romeros como Lola y Remedios Troya, Pablo Pastrana, Inma Hernández, Julián García, Marta Cebrián o Carlos Mariscal hacían su particular guardia en la noche marismeña, cantaban sevillanas y comentaban las distintas anécdotas que el camino les había deparado en los días que llevaban transcurridos.
A altas horas de la noche, algunos incluso de amanecida, decidían marcharse a descansar para reponer fuerzas de cara a la jornada de hoy, en la que el Palacio de Doñana y la Raya de las Perdices serán los lugares que tendrán que cruzan los romeros para buscar Aguaperal, lugar de pernocta del penúltimo día de camino para los rocieros gaditanos. Será entonces cuando en la noche sin apenas luz, sobre la copa de los pinares ya se podrá contemplar el resplandor del poblado de El Rocío, lo que hará aumentar los nervios de los romeros por verse cerca de cumplir un año más con su promesa de llegar hasta la Reina de las Marismas. Sólo quedan siete kilómetros para llegar.
Momentos de euforia fueron los que se vivieron este año en la salida del Simpecado hacia la aldea de El Rocío con motivo del 50 aniversario de la refundación de la hermandad. La enorme expectación creada en la ciudad se vio correspondida por intensos momentos de emoción en el Monasterio de la Victoria -donde se celebró la misa de romeros- en el convento del Espíritu Santo y, sobre todo, en la Iglesia Mayor Prioral. Allí, se registró la mayor concentracin de devotos. Los cerca de 800 rocieros que este año acompañan al Simpecado portuense se despidieron de El Puerto y su patrona tras las oraciones dirigidas por el párroco Diego Valle.
El horario se cumplió escrupulosamente e incluso se llegó con adelanto al embarque en Bajo de Gua. En torno a las 16 horas, la Hermandad de El Puerto estaba ya en Doñana rumbo a Marismilla. Hoy, partirá en torno a las 11.30 horas con dirección a la Casa del Guardia del Cerro del Trigo tras celebrar la Eucaristía. Después de almorzar, los rocieros se encaminaron al Cancelón de los Lindes, donde tienen previsto llegar a las 18 horas y pernoctar en su segundo día de Camino.