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El ex novio de la menor relacionada con Berlusconi complica el caso
Dice que el primer ministro le llamaba al móvil y la invitó a su villa en Cerdeña
| CORRESPONSAL. ROMA Actualizado: GuardarUn joven de 22 años, apasionado de kickboxing, currante en una fábrica, acusa al segundo hombre más rico de Italia y primer ministro, Silvio Berlusconi, de haberle robado la novia y, además, de haber mentido a los italianos sobre esta extraña relación, enrarecida por el hecho de que ella era menor. Es el último capítulo de un culebrón que cada vez cobra una entidad política más imprevisible, inaugurado por la propia esposa de Il Cavilare, Veronica Lario, al desahogarse hace tres semanas por sus escarceos.
Uno de ellos, su asistencia a la fiesta del dieciocho cumpleaños de una joven, Noemi Letizia, que le llama «papi». Berlusconi aseguró que era la hija de unos viejos amigos. Pero ayer salió el novio despechado. Lo ha desmentido todo y ha dado detalles escandalosos. Mientras el padre de ella anuncia una querella, la oposición imagina una especie de caso Lewinsky, acusa a Berlusconi de mentir y exige explicaciones.
El novio, Gino Flaminio, ha contado al diario La Repubblica que su chica hizo un catálogo de fotos para una agencia. Luego cayó en manos de Emilio Fede, amigo de Berlusconi y presentador de uno de sus telediarios, que lo dejó en casa del magnate. Un día, asegura Flaminio, el primer ministro la llamó personalmente al móvil. «Le dijo que le había impresionado su 'rostro angélico' y su 'pureza'», relata.
Esta peculiar amistad telefónica deterioró el noviazgo hasta que en Nochevieja, asegura su ex novio, Noemi pasó unos diez días en la villa de Berlusconi en Cerdeña: «Me contó que había muchas chicas, entre treinta y cuarenta, se alojaban en bungalows». Il Cavaliere ya fue cazado una vez en su villa con varias jóvenes, que sentaba en sus rodillas.
Esta historia fue rara desde el principio, porque no se sabía qué pintaba Berlusconi en una puesta de largo de pueblo. Aseguró que el padre de ella era chófer de Craxi, aunque el hijo de éste lo desmintió. El asunto se desmadró con las entrevistas de vergüenza ajena de Noemi Letizia, una de tantas adolescentes italianas que se mueren por ser famosas como sea. De fondo, dos frases misteriosas de la mujer de Berlusconi: «Mi marido frecuenta menores» y «Mi marido no está bien». La Repubblica ha emprendido una agresiva campaña exigiendo al primer ministro que responda a diez preguntas sobre el caso, pero él guarda silencio.
Lo que vaya a pasar ahora es difícil de calcular. En otro país este escándalo sería grave, pero el haber mentido o no en esta historia es una nimiedad en su currículum y en Italia ya no se sabe lo que es normal. Además, según los sondeos, en las europeas arrasará. Pero lo nuevo es que este escándalo entra en un terreno de la moral más familiar, tradicional y comprensible que el conflicto de intereses.