Economia

La liberalización de la electricidad, un enigma para el consumidor doméstico

A falta de un mes para su aplicación, existe déficit informativo sobre las opciones del mercado eléctrico

| COLPISA. MADRID Actualizado: Guardar
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Falta poco más de un mes para la liberalización total del mercado eléctrico y las compañías han empezado a comunicar, a los millones de usuarios domésticos, las opciones que se les plantean con el cambio que arrancará el 1 de julio. Pero las incógnitas abundan, frente a las escasas certezas.

Para empezar, los clientes reciben un listado de comercializadoras, pero ninguna oferta que les permita inclinarse por un proveedor. También tienen noticias de que podrán seguir en el régimen de tarifa fijada por el Gobierno y conocen que algunos colectivos -los más desfavorecidos- se librarán de las subidas que se determinen en los próximos tres años.

Pero las asociaciones de consumidores ya han dado la voz de alarma: si las eléctricas se han mostrado incapaces de gestionar el cambio a la tarificación mensual, y devuelven ahora lo facturado en exceso a cuenta de las estimaciones llevadas a cabo, ¿cabe algún beneficio del nuevo régimen de competencia? ¿Por qué se espera hasta junio para difundir las potenciales ventajas de contratación? Y, ¿quién se va a librar de las subidas de tarifas que, con la finalidad de acercar los ingresos a los costes, se van a aplicar en los próximos años?

El 1 de julio, con la plena liberalización eléctrica, todos los consumidores, salvo los que tienen contratada una potencia inferior a 10 kw -la mayoría de los domésticos y algunas pequeñas y medianas empresas o comercios- habrán de comprar en el mercado mayorista. Para los domésticos se fijará una tarifa, impropiamente denominada 'de último recurso' (TUR) que determinarán las autoridades. La gran diferencia con la situación actual es que esa TUR reflejará la evolución de los precios energéticos. Pudiera ocurrir que la primera TUR no sea necesariamente más cara que la vigente. Los precios mayoristas han sufrido considerables descensos en el mercado en el primer trimestre del año. El coste de la energía adquirida para consumo a tarifa experimentó un descenso del 34%.

Pero la trayectoria a la baja se ha frenado. Industria no ha dado pistas sobre ese precio. Así resulta ineficaz la comunicación que las empresas eléctricas remiten estos días a sus clientes domésticos. Por imposición de la Comisión Nacional de la Energía, acompañan sus facturas con una relación de las comercializadoras que les podrán realizar ofertas. Sin conocer la TUR, ninguna comercializadora ha preparado fórmulas para conquistar clientes. La relación se queda, de momento, en papel mojado.

Los desfavorecidos

A la ignorancia en la que se encuentran sumidos los consumidores domésticos se suma la incertidumbre sobre los colectivos protegidos por un 'bono social', a quienes el Gobierno ha prometido que les congelará el recibo hasta 2012. De partida, los beneficiarios serán primeras viviendas con contratos inferiores a los 3 kw, familias numerosas que tienen todos sus miembros en paro y perceptores de pensiones mínimas con más de 60 años. Las eléctricas sólo tienen noticia del primer colectivo y no disponen de sistema para averiguar si se trata de segunda residencia

Otros grupos favorecidos tendrán que acreditar su condición y demandar a las compañías ese trato favorable, pero la norma publicada en el Boletín Oficial del Estado corrige a la baja las expectativas de las familias numerosas, por ejemplo. El beneficio que inicialmente se les reconoce durará lo que tarde la elaboración del reglamento de la aplicación de la nueva TUR.

En el futuro, el bono social sólo se aplicará a hogares con un determinado indicador de renta familiar. Industria ha pretendido corregir, de este modo, la congelación de la tarifa para hogares de ingresos elevados. Aunque siempre habrá un efecto imposible de atenuar: el gasto en electricidad es proporcionalmente más elevado para el usuario individual de una vivienda.

Es de esperar que, tras los momentos confusos de la liberalización, la competencia y la práctica repercutan en un mejor trato a los usuarios. Así se percibe, al menos, en el servicio del gas -que ya aplica la Tarifa de Último Recurso-, donde el operador hasta ahora dominante, Gas Natural, ha emprendido una campaña por la que adecua, de forma automática y sin necesidad de solicitarlo, la tarifa a los consumos que realiza cada cliente, con la información de que dispone.

Mientras las eléctricas no logran superar los problemas de la facturación mensual -un mes miden el consumo, otro lo estiman con resultados tan irregulares que se han visto obligadas a corregirlos. La gasista intenta ganarse la fidelidad de los clientes demostrándoles que les puede ofrecer una rebaja por su cuenta, sin exigirles un esfuerzo.