PAN Y CIRCO

Planeta agua

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Theresa Zabell -icono del deporte andaluz- mantiene intacto su romance con Rota, lo que no es de extrañar para cualquiera que pruebe el adictivo cóctel roteño. La doble campeona olímpica se pasó esta semana por la villa para saludar a viejos amigos, empaparse del cariño de su gente y recibir un enésimo homenaje, en esta ocasión del periodismo deportivo antes de que éste desaparezca por falta de calidad y menosprecio empresarial. La primera sensación que destila esta mujer con mayúsculas es que -a pesar de su brutal currículum- tiene los pies en el suelo para decir verdades como puños y mirarte a la cara sin ningún atisbo de soberbia. A las acertadas cuestiones de Modesto Sánchez respondía con modélica sinceridad, lo que supuso que alguno de los presentes se sintiera aludido por inepto o que nos sonrojásemos ante la frustrante realidad que nos rodea. A pesar de fomentar algo tan gratificante como el cariño de los más pequeños por el mar y reconocer su huella en la Escuela Municipal que lleva su nombre, a Theresa se le caen dos lagrimones cuando tiene que decir en público que los españoles y -en este caso- los gaditanos seguimos viviendo de espaldas al mar. Algo que podría tener una absurda justificación 20 kilómetros tierra adentro, donde un equipo de fútbol acaricia un sueño inédito y un circuito convierte a la ciudad durante una semana al año en la mayor concentración mundial de motos. Pero qué me dicen del litoral gaditano donde si ves a un chaval dispuesto a echarse al mar le toman por loco, pero si lleva una camiseta amarilla es un monstruo. Sabíamos que a los jóvenes gaditanos los deportes náuticos les importan un rábano, habiendo tantas alternativas para acabar siendo un mamarracho cuando todavía eres un adolescente. La lástima es que esto suceda (va por ti Theresa) en un planeta que más que Tierra debería llamarse agua.