Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
El piloto español, en una de sus pasadas durante los entrenamientos. /AP PHOTO
Deportes/Motor

Alonso sigue en tierra de nadie

JOSÉ CARLOS J. CARABIAS
| COLPISA. MÓNACOActualizado:

Desalojado temporalmente del escalafón, la pregunta parece inevitable. ¿Hacia dónde mira Alonso? En dirección al pasado glorioso, sinónimo de resignación o melancolía inútiles, o mira al futuro, síntoma de una ambición competitiva sin límites. Alonso ha ganado dos veces en Mónaco, instalado entonces en la cúspide de un deporte deslumbrante en España, y dos años después de su último rejón navega en tierra de nadie, fuera de los focos. Hoy sale noveno en el Principado y ni la venta ni la propaganda calan en la percepción del público. No puede ganar aquí, salvo milagro. Lo impedirán Button (otra vez pole, la cuarta) , algún coche de Ferrari, el pujante Vettel o el McLaren de Kovalainen, que ha funcionado alegre en Mónaco.

Sentido práctico

Partidario del sentido práctico, Alonso responde raudo a la disyuntiva. «Hacia atrás no miro, porque mirar al pasado no sirve de nada. Y al futuro tampoco, hasta que no se clarifiquen las bases de la futura Fórmula Uno. Cuando se asienten, será cuestión de mirar al futuro». Queda el presente, un espacio temporal indefinible ahora para él. Comenzó el año alabando el mínimo detalle de un coche en el que creía, pero la realidad, la letra pequeña del reglamento o el trabajo invisible en las fábricas han decretado otra vía. «¿El presente? Pues, o falla el piloto o falla la aerodinámica del coche. Y espero no ser yo el que falle», contesta.

La mayoría de los monoplazas 2009 han incorporado ya el difusor dichoso que separó la paja del grano en un comienzo de temporada inconcebible. Tanto Renault, como Ferrari, McLaren o Force India. Parece que sucedió hace años, pero sólo han pasado tres carreras desde que se hablaba del club del difusor, la larga marcha que se anunciaba para Brawn, Toyota y Williams. Sin embargo, la biblia de la Fórmula Uno, o sea las clasificaciones dicen otra cosa: Toyota ha caído en picado con su apéndice mágico (Trulli y Glock salen últimos), y Williams sólo brilla los viernes con Rosberg. Conclusión: Brawn y Button no son el resultado de una pieza. Son algo más. «Siempre ha habido un coche dominante en la Fórmula Uno. Y todos trabajamos para que nos fichen. Cuando yo ganaba en 2005 y 2006 también era así, el coche dominante», admite el piloto de Oviedo.

La reiteración de añadidos retrata un panorama sin cambios. «Di el máximo, pero no es suficiente», repitió Alonso. Los progresos en cuentagotas del R29 contrastan con los de los transatlánticos. Ferrari impulsó la imaginación y la inversión de sus ideólogos con un segundo (Raikkonen) y un quinto puesto (Massa) que colocan a los italianos en posición de volver a ganar al mínimo descuido de Button. También McLaren ha plasmado el trabajo de woking en un fin de semana solvente, aunque Hamilton la pifió estrellando el coche en la Q1. Y queda Alonso, el mejor del pelotón, pero en tierra de nadie.

Así fue en 2008

Lewis Hamilton se encaramó al liderato del Mundial al lograr una espectacular victoria, saliendo desde la tercera posición en la parrilla. El británico tuvo que realizar una prematura entrada en los garajes en la vuelta seis y aún así consiguió el triunfo. La carrera no se completó porque, debido a los incidentes por la lluvia, sobrepasó las dos horas reglamentarias. Fernando Alonso salió séptimo en la parrilla y terminó décimo, la peor clasificación que ha cosechado en sus siete participaciones.