La fosa de las mujeres
| Puerto RealActualizado:Han tenido que transcurrir casi 75 años en Grazalema, para que los restos mortales de 15 mujeres y un niño hayan podido tener derecho a reposar en una digna sepultura tras ser asesinadas y con anterioridad torturadas como consta no sólo por los cualificados historiadores sino por el pueblo en general, que durante décadas y por un sentido elemental de la supervivencia tuvieron que convivir, en ese encantador municipio de la sierra gaditana, aún conocedores de su existencia junto a una fosa común donde infortunadas convecinas y un niño fueron tras su martirio y muerte aciaga arrojados. ¿Su delito? Tener una ideología contraria a quienes se instalaron tras un ilegal golpe de estado. Conocida es la ilimitada saña con la que eran perseguidas o eliminadas las mujeres más que los hombres, que se atrevieron a discrepar de los autoproclamados «salvadores de España» ¿y el chiquillo? ¿También a su tempranísima edad ya era poseedor de alguna ideología que pudiese impedir la implantación a sangre y fuego de una ominosa dictadura imperial «grande y libre»? El que suscribe, defiende que jamás ninguna ideología ha de ser segada vilmente por la tortura o muerte. ¿Dónde quedaron las promesas por quienes tienen potestad para llevar a cabo en un estado de derecho la recuperación de la memoria histórica? ¿No se habrán confundido los términos olvido con el memoricidio? ¿Es reabrir heridas, como proclaman los textos bíblicos, dar sepultura a los muertos? Mi gratitud y reconocimiento a todos aquellos que fueron fieles hasta la muerte por un ideal, y cuyos restos mortales reposan en una digna sepultura y recibieron el homenaje merecidísimo en la Casa de la Cultura de su tierra natal: Grazalema. Que cunda el ejemplo en vez del olvido de tantas heridas aún abiertas en España.